El ataque al ARA Gral. Belgrano

Guerra de Malvinas 1982

El ataque al ARA Gral. Belgrano

El ataque al ARA Gral. Belgrano

El ataque al ARA Gral. Belgrano, Domingo 2 de Mayo.

La Fuerza de Tareas, integrada por el crucero Gral. Belgrano y sus escoltas los destructores Bouchard y Piedrabuena y un buque tanque navegaban fuera de la zona de exclusión en dirección 290º Oeste Noroeste; el mismo había sido seguido por el submarino nuclear HMS Conqueror, cuando a las 16:01 hs, fueron atacados, fuera de la Zona de exclusión total; (Pos: 55º 18′ S / 61º 47′ O) muy cerca del circulo Antártico; que impacto dos torpedos MK 8 en el crucero argentino, causándole bajas y averías de gran magnitud, que provocaron su hundimiento.

Al momento del impacto el mar se encontraba muy agitado con olas de asta cuatro metros y una niebla interminable; un viento helado a unos 50Km/h, hombre que cayera al agua quedaría inconsciente a los 5 minutos y luego se dormiría hasta morir.

Fueron trescientos sesenta y ocho hombres los que murieron en el ataque. La masa de la tripulación pudo abandonar el Crucero y ocupar una de las balsa.
El torpedo golpeo en el medio y en el costado, destrozando todo con gran poder, atravesó cuatro cubiertas hasta llegar a la principal.

El Crucero que navegaba a buena velocidad, se freno de repente; unos segundos después hizo impacto el segundo torpedo en la proa que la hizo desaparecer; coaccionó un corte de luz, el agua comenzó a penetrar, comenzó a escolar rápidamente, a las 16:05 hs el Belgrano estaba perdido.

En el buque no hubo pánico, sino orden y abnegación: El Capitán de Navío Hector Elía Bonzo era el Comándate del Belgrano; se sentía mas que orgulloso de sus 1093 hombres, la gran disciplinados de los marinos fue la razón del alto numero de sobrevivientes. Cada uno de los hombres conocían al menos dos formas de abandonar el buque desde su puesto de combate. Su espíritu de equipo y su rapidez para sacrificarse por sus compañeros era elevadísimo.

«Yo estaba casi en el centro de buque, en la cubierta baja», dice el conscripto artillero Oscar Alfredo Pardo. «Por el impacto pensé que era un cañonazo, el buque comenzó a escorar rápidamente.

Se escuchaba un ruido como el de cilindros de gases líquidos que explotaban, con golpes agudos. Me volví a recoger mi salvavidas y mi campera antártica. Y me fui para mi batería: todos conocíamos muy bien nuestros lugares de combates…Quería liquidar un ingles».

El capitán Bonzo pidió voluntarios para rescatar hombres dentro del barco, que se estaba hundiendo rápidamente, muchos se ofrecieron profesionales y conscriptos.

«Las escaleras estaban quemadas y no había luz. Con varios de los muchachos – dice el conscripto Pardo- bajamos al interior del crucero.

Estaba abierto de un lado a otro. Había mucho humo dentro y una niebla espesa. Usábamos linternas, por que no se veía nada…Había hombres muertos por todos lados, pedazos de cuerpos ensangrentados, un brazo aquí, una pierna allá.

Unicamente pudimos ayudar a quien nos pedía ayuda, por que prácticamente no podíamos ver y el humo nos dañaba seriamente. Pude aguantar cinco minutos e incluso entonces tragué mucho humo. Prácticamente ahogados volvimos a la cubierta principal.»

Una y otra ves los voluntarios volvieron a bajar al corazón del buque que se hundía, buscando a sus camarada heridos.
En el Belgrano murieron 323 hombres de un total 1093: 270 hombres perecieron de inmediato por la fuerza de la explosión y los incendios consiguientes.

«Cuando se produce el impacto – dice el Capitán Bonzo – y se ve que el buque esta muy herido; mantengo las comunicaciones desde el puente hasta el Centro de Averías que se encuentra tres cubierta mas abajo por teléfono autoxcitado; me informan minuto a minuto con voz calma y profesional sobre la escora del barco y su apopaminento. A las 16:10 ó 16:12hs me comunican que el agua les llega a las rodillas y que siguen trabajando con linternas de emergencia.

En esas condiciones me comunican que la escora del buque es mas lenta y que tenemos un poco mas de tiempo que el previsto inicialmente; Eso me sirve para agrupar a la gente en la cubierta principal; asegurándome que no queden heridos y calmando un poco los espíritus, antes de decidir abandonar el barco. Además quería salvar el buque si fuera posible.

El 2º Comandante, Capitán de Fragata Galazi ya había dispuesto arrojar las balsas al agua en precisión para el abandono y solo se aguardaba la vos del Comandante. Así es que mas de 60 balsas vacías permanecían amarradas a la borda, rodeando el buque.

«Vi rostros desorientados o asombrados ante tamaña tragedia, rostros anhelantes y otros llenos de rabia, impotencia o dolor. Pero no vi un solo acto de pánico. Al contrario: todos sin excepción contribuyeron a crear un ambiente de disciplina y orden que fue determinante para la sobrevivencia.»

Tampoco hubo olvidos a pesar de la emergencia:» Estaba en el cifrario tomando la guardia – dice el suboficial 1º de comunicaciones Carlos Almada; cuando se produjo el siniestro. Me coloque el abrigo el salvavidas y con el jefe de comunicaciones y otros salimos a superficie para arrojar al mar las bolas con las claves lastradas.»

A las 16:20 la escora del buque había llegado a los 20 grados; la entrada de agua era incontrolable y las cubiertas estaban incomunicadas por al explosión.

A las 16:23 el Capitán Bonzo con una pistola en al cinto que nunca tuvo que utilizar, dio la orden de «abandonar el buque»

«A esa hora comenzó el abordaje de las balsas – dice Bonzo – lanzándose a los techos, como es había instruido y por las redes de desembarco; por la escala real de estribor, o tirándose al mar (sólo un 25 % del total).

Por la banda de babor el agua estaba a menos de un metro de la cubierta principal; lo que facilitaba el embarque, que aprovechamos para transportar a los heridos. Por esa banda abandonó el barco el 60 % del personal»

El barco comenzó a escolar mas rápidamente, a razón de un grado por minuto.
En ese momento la naturaleza se decidió ayudar a los argentinos: el viento amainó levemente; produciendo un cierto remanso al lado del buque – un «socaire» – que favoreció la evacuación.

El costado de babor, por donde lo abandonaba la tripulación, estaban hundido unos 7 metros en el agua; mientras el costado de estribor había descubierto la incrustaciones calcáreas de su casco.

A las 16:40hs las maniobras de evacuación prácticamente estaban terminadas; y la cubierta era intransitable con una inclinación de 40º y por el petróleo de los tanques que el oleaje empujaba.

La separación de las balsas del barco que se hundía resultaba muy difícil por el oleaje; a pesar del uso intensivo y casi desesperado de los remos.

Se produjo de pronto una extraña aparición en las aguas furiosas y heladas del Atlántico Sur; comenzó a navegar un bote de goma con motor fuera de borda conducido por un buzo táctico de la tripulación del Belgrano; que maniobrando entre las balsas mas comprometidas las fue remolcando una a una, alejándolas del crucero que se hundía.

Solo quedaba a bordo el Capitán Bonzo o eso creía él, y mas de sesenta balsas con sus techos anaranjados rodeaban el buque herido como rindiéndole un ultimo homenaje.
A las 17:01hs mansamente como si supiera decir adiós desapareció de la superficie el Crucero Argentino una hora después de ser impactado

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