Cuando la muerte es parte de la rutina

Guerra de Malvinas 1982

Cuando la muerte es parte de la rutina

ERNESTO ORLANDO PELUFFO
Guerra de Malvinas Regimiento de Infanteria 12

La Voz del Interior, Viernes 28 de mayo de 1999, Córdoba, Argentina
A 17 AÑOS DE GANSO VERDE
Cuando la muerte es parte de la rutina
Por Luis Dall’Aglio

«Fueron tres, cuatro, cinco horas intensas en las que se disparaba permanentemente y se confundían los gritos en inglés y castellano. Nos mezclábamos porque llegaron hasta la misma línea nuestra y como no aflojamos, tuvieron que retroceder».

La narración describe el momento cumbre de la última guerra convencional del siglo. Del único conflicto bélico que enfrentó cara a cara a soldados de dos naciones. Ocurrió hace 17 años en Malvinas, en el combate conocido como «Ganso Verde».

El relato corresponde al entonces cabo José Cuello del regimiento de infantería 12 con asiento en Corrientes quien ayer, entre lágrimas, recordó esos momentos de terror e incertidumbre.

Hoy, Cuello tiene 41 años; es martillero público y se gana la vida manejando un remise. Es casado, separado y vive en barrio Yofre con sus tres hijos.

Antes de la llegada de los soldados argentinos, Ganso Verde (en realidad el nombre del lugar es Prado del Ganso pero pasó a la historia con la otra designación) era un caserío de 13 viviendas y un aeródromo cuyos habitantes se dedicaban a la cría de ganado ovino, y mataban el frío con abundante bebida blanca. Ese fue el escenario de uno de los enfrentamiento más terribles de la guerra de Malvinas.

«Hacía 30 días que estábamos en los pozos de zorro (trincheras). Cada vez que subía la marea el agua ingresaba y te mojaba los pies. Uno no lo sentía porque el agua tenía una temperatura superior a la del ambiente y hasta era grato».

«El miedo lo sentimos los primeros días cuando empezamos a ver el efecto de los misiles sobre nuestros compañeros. La muerte empezó a ser parte de la rutina». Cuello narró que el 27 de mayo de 1982 se presentó como un día normal: «Los ingleses bombardeando desde el aire y las fragatas y nosotros esperando a que se decidieran a atacar».

Comentó que con la caída del día la artillería inglesa comenzó a intensificarse. El frío era permanente y la espera y la incertidumbre tallaban la moral: «Deseábamos que se desencadene para poner fin a la situación, más allá de quienes fueran finalmente los vencedores del combate» confesó en diálogo con LA VOZ DEL INTERIOR.
«El ataque fue como a la una de la mañana. Nos dimos cuenta que los ingleses se habían decidido a atacar cuando empezó el tableteo de las ametralladoras», relató.

En ese momento el reflejo de los 1.400 soldados argentinos fue apretar el gatillo sin poder ver el blanco: «El cielo estaba iluminado por los proyectiles trasantes, las explosiones de los morteros, las bengalas que se disparaban al aire para iluminar. Los dos mil ingleses que habían desembarcado tenían los visores infrarrojos y nos podían ver. Nosotros disparábamos al tun tun; de donde venían los fogonazos nosotros constestábamos».

Cuello contó que los ingleses tiraron «con todo lo que tenían», y los argentinos soportaban agachados en las trincheras para evitar las esquirlas. Esto le permitió a los británicos llegar hasta la misma línea de defensa.

El veterano de guerra describió posteriormente que «con las primeras luces del día pudimos divisar los compañeros muertos cubiertos de nieve».

Durante la jornada hubo algunas escaramuzas hasta que las tropas argentinas decidieron rendirse. A pesar de que los ingleses habían fracaso en su intento y estaban debilitados por la muerte de su jefe, el coronel Jones y porque debieron retroceder, las tropas nacionales no recibieron ningún apoyo.

Un paño blanco y un pedido de rendición

El ex veterano de guerra José Cuello estuvo hace 17 años en una de las trincheras donde se libró el único combate convencional de la guerra de Malvinas: Ganso Verde. El entonces cabo narró que tras el dramático combate que se libró durante toda la noche se produjo un tenso silencio que sólo se interrumpía con el tableteo de las ametralladoras producto del encontronazo de patrullas inglesas y argentinas.

En una de ellas, el teniente Gómez Centurión se cruzó con el rastrillaje de una cuadrilla de ingleses que estaban al comando del coronel Jones, jefe de las tropas británicas. Cuello comentó que el militar inglés levantó un paño blanco y solicitó dialogar. El argentino se acercó pensando que la intención era deponer las armas. Todo lo contrario, Jones le pidó que se rindiera. Gómez Centurión dio media vuelta y cuando ambos estuvieron a una prudente distancia ambas líneas abrieron fuego. En ese cruce los ingleses perdieron a su máxima autoridad en ese campo de batalla.

Según Cuello en ese momento los ingleses también comenzaron a debilitarse moralmente ya que no habían podido cumplir con su objetivo y además, debieron retroceder.

 

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