Chile y Malvinas
(Historia de una traición) Al cumplirse el 20º aniversario del conflicto, el ex jefe de la FACH por primera vez da detalles de la estrecha colaboración de Chile con Inglaterra durante la guerra de las Malvinas. Los contactos con oficiales ingleses, el papel de Pinochet, las armas y radares que la Fuerza Aérea recibió de Gran Bretaña. El azaroso destino de Sidney Edwards, el agente británico que jugó un rol crucial como enlace en Chile y después se involucró en el tráfico de armas a Croacia. |
El próximo domingo 2 de abril se cumplirán 26 años del comienzo de la guerra de las Malvinas. En el conflicto, desencadenado tras la invasión de soldados argentinos a las islas Falklands ordenada por el general Leopoldo Galtieri, murieron 700 soldados transandinos y 255 británicos. El episodio, que por lo absurdo sigue siendo un pasaje traumático de la historia reciente argentina, forzó a la Junta Militar que gobernó ese país entre 1976 y 1983 a renunciar y convocar, elecciones.
Dos décadas después quedan muy pocos secretos por develar sobre la guerra. Uno de los principales tiene que ver con la amplia colaboración que las Fuerzas Armadas chilenas encabezadas por el general Augusto Pinochet brindaron a los militares ingleses a lo largo de los dos meses y medio que duró el conflicto.
El general Fernando Matthei, ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile y miembro de la Junta Militar entre 1977 y 1989, revela en esta extensa entrevista -realizada en julio del ’99 en el Centro de Investigación y documentación de la Universidad Finis Terrae- gran cantidad de detalles inéditos de esa ayuda, la forma en que se gestó y la gran cantidad de equipamiento y armas que el régimen militar chileno recibió a cambio.
Margaret Thatcher, la ex Primer Ministro británica, ya había agradecido públicamente la colaboración chilena en 1999, en un intento por influir sobre la opinión pública de su país y demostrar que el general Pinochet, por esos días detenido en Londres, había sido un aliado clave de Inglaterra durante la guerra. Sin embargo, no entregó ninguno de los datos explícitos que esta vez proporciona Matthei (ver recuadro).
Durante la detención de Pinochet en Londres, Margaret Thatcher dejó en claro que en 1982 el gobierno chileno ayudó a los ingleses en el conflicto con Argentina.
¿Cómo se gestó esa ayuda y qué papel le correspondió jugar a usted?
En primer lugar, debo decir que la guerra de Las Malvinas -y eso es grave- nos tomó a todos por sorpresa. Me enteré de ello leyendo El Mercurio por la mañana. Sabíamos que estaba la posibilidad y cómo se fue desarrollando, pero jamás pensé que los argentinos serían tan locos.
Chile participo activamente en la Guerra de Malvinas, ofreciendo información exacta de la posición de nuestros soldados y peor del Belgrano. En Internet hay entrevistas completas al General Fernando Matthei quien dijo que hizo «todo lo posible para que Argentina perdiera la guerra» de Malvinas.
El General Belgrano era el segundo buque más grande del Grupo de Tareas 79.
Sobre el mediodía del 2 de mayo, y pese a que había una propuesta de
paz del Presidente a mano sobre la mesa, el gobierno de Margaret
Thatcher autorizó el hundimiento del General Belgrano con sus 1.093
tripulantes. 323 marinos argentinos perdieron la vida (la mitad del
total de muertos argentinos durante el conflicto) como consecuencia del
hundimiento del General Belgrano, que no cayó bien en la escena
internacional. En muchos países lo consideraron un uso desproporcionado
de la fuerza sobre un buque obsoleto, con mucha tripulación a bordo —en
buena parte, marinería de recluta— y fuera de la TEZ, reforzando las
posturas pacifistas en gobiernos y ciudadanía de todo el mundo. No
obstante, en el Reino Unido fue ocasión de celebraciones populares y
portadas de periódicos como ésta del diario The Sun. Por otro lado,
otros medios de prensa, comenzaron a asomar posturas moderadas e incluso
contrarias a la guerra, ante tal pérdida de vidas.
Hay
posturas que consideran al hundimiento del Belgrano como un crimen de
guerra ya que este se encontraba fuera de la zona de exclusión impuesta
por el Reino Unido en el momento en que fue hundido.
«En total unos 250 miembros de las fuerzas armadas británicas perdieron la vida durante esa guerra. Sin el general Pinochet, las víctimas hubiesen sido muchas más». Margaret Thatcher.
Envíos de equipo y material bélico hasta hoy desconocidos en sus componentes y detalles, incluida una escuadrilla de por lo menos diez caza bombarderos Mirage V, artillados con misiles teledirigidos AS30, fueron despachados clandestinamente del Perú a Argentina, en abril y mayo de 1982. Fue una operación solidaria y no ningún negociado de armas. Un convenio informal de gobierno a gobierno y de fuerza armada a fuerza armada, mantenido en el más absoluto secreto hasta ahora. Argentina había tomado posesión de las Islas Malvinas, el 2 de abril de 1982. No había calculado bien la reacción de Margaret Thatcher. La Real Armada Invencible inglesa avanzaba por el Atlántico decidida al desalojo. Estados Unidos inclinaba sus preferencias hacia Inglaterra y la guerra había comenzado. Todo indicaba que se definiría por aire y mar. Pero, los Skyhawk y Mirage III, columna vertebral de la aviación de combate argentina, no poseían la necesaria autonomía de vuelo. Los caza bombarderos Mirage V, de fabricación israelí, modelo M5P, pertenecientes a la Fuerza Aérea del Perú (FAP), en cambio, podían despegar del extremo sur de Argentina, llegar a las Malvinas, volar hasta diez minutos sobre el objetivo, y volver al continente. Eran los indicados. ¿Cómo obtenerlos? Entró en acción la histórica hermandad peruano-argentina y los vínculos institucionales y amicales de los mandos castrenses y políticos de ambos países. De un día para otro, los caza bombarderos Mirage V de la FAP fueron sacados de sus hangares de Chiclayo, sede del Grupo Aéreo No. 6, en la costa norte, y llevados a la Base Aérea La Joya, en Arequipa, al sur del país. «Un sábado por la tarde, probablemente a fines de abril, aterrizó en La Joya un Hércules argentino con personal de ellos. Luego, llegaron los Mirage», recuerda un testigo presencial. En ese momento, la FAP era comandada por el general del aire Hernán Boluarte. Y la jefatura de la Base Aérea La Joya, la ejercía el mayor general FAP César Gonzalo Luza, anota uno de los informantes. En La Joya se cambió la insignia y matrícula de los Mirage. Los colores de la bandera argentina reemplazaron el blanco y rojo del Perú. Con la pintura aún fresca, pero convertidos ya en unidades de la Fuerza Aérea Argentina, alzaron vuelo en una madrugada de la segunda quincena de abril de 1982, hacia las cuatro de la mañana. Fue una travesía de cerca de tres mil kilómetros, de La Joya a Jujuy, y de allí hasta la base aérea de Río Gallegos, en el extremo meridional argentino. Desde la Joya, los Mirage V volaron hasta su destino piloteados por los mayores de la FAP Rubén Mimbela, César Gallo, Augusto Mengoni y Mario Nuñez del Arco, entre otros. Las flamantes naves argentinas atravesaron cielo boliviano arriba de los 25 mil pies de altura, en «vuelo silencioso (radios apagados) y no recto», para evadir los radares de tierra. Desde que salieron de Chiclayo, un Hercules de la FAP, originario del Grupo Aéreo No. 8 (con base en Lima) -piloteado por el coronel Dociteo Aliaga, con el mayor Silva Díaz como copiloto-, acompañó de cerca a la escuadrilla de guerra. Dentro del Hercules, unos 15 técnicos mecánicos y un reducido número de oficiales se apretujaron alrededor de un Mirage desarmado y de los contenedores con misilería. «Vaya si nos costó trabajo introducir el Mirage en el Hercules, pese a que le quitamos las alas» -comentó uno de los actores. La anécdota ocurrida en Chiclayo pone en cuestión el número exacto de Mirage V entregados por Perú a Argentina. La cantidad de diez aviones Mirage fue revelado la única vez que una fuente oficial, el teniente general Hernán Boluarte, ex comandante general de de la FAP, se vio obligado a tocar el asunto. Lo dijo ante la Comisión Investigadora del Senado peruano que indagó sobre el caso del BCCI y la reducción de la compra de aviones Mirage 2000, en la sesión reservada del 23 de setiembre de 1991. «En abril del 82, …-declaró Boluarte- el Primer Ministro (Manuel Ulloa. Nota de redacción) me consultó si era posible entregarles unos aviones a los argentinos «. «Yo le manifesté que podíamos entregar hasta diez, siempre y cuando sean repuestos dentro de estas adquisiciones nuevas (de Mirage 2000. Nota de redacción) que se estaban haciendo. Entonces, me aceptó.» Carlos Malpica en su última obra «Pájaros de alto vuelo», sacó a luz ese testimonio. Técnicos y oficiales que formaron parte de la tripulación del Hércules peruano, sin embargo, han insistido en que el verdadero número de Mirage V cedidos fue de catorce y no de diez. Es posible que el número de aviones se haya redondeado a la hora de la compensación pecuniaria, posterior al conflicto. Primero fue la entrega solidaria, y después que concluyó la guerra el comandante general de la Fuerza Aérea Argentina visitó el Perú para zanjar la cuestión económica. «Vendimos a 5 millones de dólares cada avión». O sea, se nos pagó 50 millones de dólares por una escuadrilla que quince años atrás había costado veinte millones, informó a la comisión del Senado el mismo Hernán Boluarte. La FAP reservó esa suma para pagar la cuota inicial de la flota de 26 Mirage 2000 que poco después se compraría a la Dassault francesa. Pero, la ayuda militar de Perú a Argentina en plena guerra de las Malvinas, antes que una operación comercial o negociado de armas, fue una acción solidaria de extraordinario valor militar. No sólo se dio en equipo sino en asistencia y adiestramiento de personal. Hubo más de un viaje, pero cuando en uno de los primeros, el personal portador de la escuadrilla de Mirage arribó a la base aérea de Río Gallegos, salieron a recibirlos dos compatriotas: Carlos Portillo, piloto FAP de aviones Sukoi, y Rubén Crovetto, piloto FAP de aviones Mirage. Ambos se habían adelantado y probablemente refiriéndose a ellos fue que el corresponsal de la agencia informativa local «Diario y Noticias» lanzó al mundo una noticia sensacionalista para ese momento. Informó que aparatos peruanos Mirage, de fabricación francesa, habían llegado a una base aérea del sur argentino el 12 de abril, entre las 5 y 8 de la noche. En realidad, la escuadrilla llegaría días después. Crovetto instruyó a pilotos argentinos en las peculiaridades del Mirage V, modelo M5P , de la FAP. Carlos Portillo ofició de asesor.
Transportó material bélico para Argentina desde Israel La cuota de la Armada Peruana
Igual de importante y decidido fue el aporte de la Armada Peruana para potenciar militarmente al país hermano de Argentina durante la guerra de las Malvinas. La Marina de Guerra del Perú colaboró nada menos que en el transporte de material bélico, desde Israel hasta Argentina, durante aquellos meses críticos de abril y mayo de 1982, que el país hermano se batía con la poderosa armada inglesa. El testimonio de este hecho fue confiado a «La República» por un almirante de la Marina de Guerra del Perú que ocupaba un alto puesto en el comando de ese instituto en aquellos días y que solicitó la reserva de su identidad. Dio fe del hecho. Ante una pregunta nuestra, explicó que «el transporte de material fue directo y sin triangulación de ningún tipo», pero se excusó de dar mayores precisiones. Recalcó que el apoyo a Argentina fue total, sin restricciones y sin condiciones, porque se consideró que el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) estaba vigente y debía defender a todos los países de América. «Desgraciadamente a la potencia más grande del TIAR le interesaron más sus buenas relaciones con sus ancestros ingleses que con sus vecinos de América Latina». Reconoció que el apoyo principal a Argentina por parte de Perú «corrió a cargo de la fuerza aérea, en un esfuerzo realmente extraordinario». Pero, la Armada puso su cuota. De cuan importante fue el aporte marino lo dice el hecho que un submarinista peruano, el capitán de navío Armada Peruana Luis Samanez del Risco, fuera condecorado por el gobierno argentino. La distinción, una de las más altas, fue devuelta cortésmente por el comandante Samanez cuando en 1995 fue evidente la participación oficial del gobierno de Buenos Aires en el tráfico de armas argentinas a Ecuador. Como se sabe, los misiles Exocet, fabricados por Francia y que posee la Marina de Guerra del Perú, fueron una de las armas decisivas en aquella guerra. Un Exocet hundió al portaviones inglés Sheffield. Según se hizo público en su oportunidad, un despacho de ocho misiles Exocet destinados a la Armada Peruana, y que debieron llegar a nuestro país en mayo de 1982, fueron retenidos sin causas convincentes por los proveedores, hasta después de la guerra. Una fuente naval explicó que los fabricantes se enteraron que Perú había resuelto desviar ese material a Argentina. Supieron -aseguró la fuente- debido a la indiscreción del agregado naval argentino en París, que se acercó a la fábrica a preguntar si ya estaban listos los Exocet para Perú. Otro rubro concreto de apoyo marino fue la dotación de 17 a 19 torpedos que aquellos días salieron de los arsenales de nuestra Armada para ir a potenciar las naves argentinas. Lamentablemente parte de estos torpedos peruanos naufragaron con el hundimiento de la nave argentina Santa Fé. La Marina de Guerra del Perú suministró también partes electrónicos para equipos vitales como los radares y sistemas de control de tiro.
Todo lo que se envió a Argentina en 1982 Esto se llama solidaridad
Equipo aéreo: · Escuadrilla de diez caza bombarderos Mirage V, modelo M5P. (Fuentes de aviación dicen que fueron catorce los Mirage cedidos) · Misiles teledirigidos AS30 (aire-aire y aire-tierra). Telecomandado desde cabina, contra blancos en tierra, con un alcance de 15 kilómetros. · Misiles antiaéreos Strella (tierra-aire). Fabricación rusa. Se activan desde el hombro y al dispararse buscan la radiación del avión para impactarlo. ·Simuladores de entrenamiento e instructores para adiestramiento en el manejo de misiles AS30 y Strella.
Material marino: · Transporte de material bélico de Israel a Argentina · Torpedos (17) · Misiles Exocet, ocho fueron retenidos por Francia. · Partes de equipos electrónicos (radar, sistemas de control de tiro y otros).
(comentario de un argentino sobre la ayuda del Peru a Argentina durante la guerra de las Malvinas)Muy bueno tu post. Siempre se ha sabido de la importante ayuda brindada por tu país al mío, y nosotros, los argentinos, no temos palabras para agredecerselos. Gloria al Perú, hermano incondicional del pueblo argentino.
Los detalles con los que cuentas la historia no hacen más que demostrar el desinterés de su ayuda, curiosamente puesto en duda por algún que otro forista chileno. Me permito agregar a tu relato, que como la FAA estaba corta de tanques suplementarios para sus delta, pues en la primera de cambio tenían que arrojarlos para agilizar su configuración, La FAP, suministró varios tanques de 1700 litros, son varias las fotos que muestran los M-III y Daggers estacionados en pleno conflicto, con tanques suplementarios, de otro color? Si del peruano. Debés saber que aún al día de la fecha siguen en activo, nosotros los denominamos MARA, por la liebre patagónica hasta donde yo se, sobreviven nueve de ellos pues uno se perdió en un accidente. Algún día se sabrá toda la historia, solo es cuestión de esperar, y ahí aquellos que obramos con valor honor y lealtad nos sentiremos tremendamente orgullosos y quienes así no lo hubieran hecho, contarán sus treinta monedas de plata y mirarán para otro lado. Cada uno sabe bien lo que ha hecho y aunque algunos se empeñen en defender su actitud, en el fondo bien saben que por lo menos fue desafortunada.