¡SEGUÍRME!
Guerra de Malvinas Regimiento de Infanteria 25
-Teniente Estévez, como último esfuerzo posible, para evitar la caída de la Posición Darwin-Goose Green, su Sección contraatacará en dirección NO, para aliviar la presión del enemigo sobre la Compañía «A», del Regimiento 12 de Infantería. Tratará de recomponer, a toda costa, la primera línea. Sé que la misión que le imparto sobrepasa sus posibilidades, pero no me queda otro camino -luego, lo despidió con un fuerte abrazo. La difícil y crítica situación no le permitió agregarle ningún otro tipo de detalles a la orden; además, tratándose de Estévez, eran innecesarios.
-Soldados, en nuestras capacidades están las posibilidades para ejecutar este esfuerzo final, y tratar de recomponer esta difícil situación. Estoy seguro de que el desempeño de todos será acorde a la calidad humana de cada uno de ustedes y a la preparación militar de que disponen -así fue la rápida arenga de Estévez.
Finalmente, todos los integrantes de la fracción, escucharon la mejor y más hermosa orden que puede dar un Jefe: «Seguirme». Pronto estarían inmersos en el combate.
-Para la Sección, sobre las fracciones enemigas que se encuentran detrás del montículo, ¡fuego! Ar-tilleros, sobre el lugar, deriva 20 grados, alza 400 metros, ¡fuego! Esté atento Cabo Castro, en dirección a su flanco derecho, puede surgir alguna nueva amenaza… -diversas órdenes se entrecruzaban en medio del fragor y la ferocidad de la lucha; finalmente, se logra bloquear el avance, y aliviar en parte la presión ejercida por los ingleses.
-Cabo Castro, me hirieron en la pierna, pero no se preocupe, continuaré reglando el tiro de la artillería -gritó, sin titubear, el Teniente Estévez
-Enfermero, rápido, atienda al Teniente -ordenó Castro, con un grito. .
-Me pegaron de nuevo, esta vez en el hombro.
Cabo Castro, no abandone el equipo de comunicaciones y continúe dirigiendo el fuego de artillería…
-fue su última orden; un certero impacto en la cara, quizás de un tirador especial, lo desplomó sin vida.
-Soldados, el Teniente está muerto, me hago cargo -gritó Castro, y continuó con la misión ordenada, hasta que fue alcanzado por una ráfaga de proyectiles trazantes, que llegaron a quemar su cuerpo.
-Camaradas, me hago cargo del mando de la Sección, nadie se mueve de su puesto, economicen la munición, apunten bien a los blancos que aparezcan -el Soldado Fabricio Carrascul, llevado por el ejemplo heroico de sus Jefes que yacen inermes en el glorioso campo de la guerra, impartió con firmeza su primera orden. -Los ingleses se repliegan, bien, los hemos detenido y los obligamos a retirarse. ¡Viva la Patria! -gritó, con alegría, Carrascul, al ver la maniobra inglesa. En ese momento, un preciso disparo, quizás del mismo tirador especial que eliminó a sus Jefes, le quitó la vida.
Habiendo cumplido con su misión, sin Jefes, agotadas las municiones y transportando sus muertos y heridos, la veterana y gloriosa Primera Sección de Tiradores Especiales se retiró hacia sus posiciones iniciales, habiendo cumplido con la Misión.
Relato extraído del libro: Malvinas, un sentimiento Seineldin Mohamed