Oda a un Halcón

Guerra de Malvinas 1982

Oda a un Halcón

«No le temo a la muerte», pensé, mientras me ajustaba el casco, hacía la última comprobación pre-vuelo, echaba una última ojeada al rosario, regalo de mi madre, colgado del panel de instrumentos, y a la foto de mi novia, en cuyo reverso había escrito: ¡suerte! Y vuelve pronto…

Luego, la maniobra de despegue tantas veces repetida: mi puño izquierdo empujando al 100% de r.p.m. y mi noble Skyhawk A-4B iniciando la carrera de despegue…
Una ráfaga de recuerdos acudieron a mi mente: mi madre, mi primera maestra, mi novia, y aquel día en que contemplando el avión que trabajosamente había dibujado, decidía mi carrera: ¡sería aviador militar!


Y ahora, ¿ que me depararía el destino? Es que me parecía estar en un sueño… ¿ era yo el que volaba con 3 compañeros ese 8 de Junio de 1982 hacia la guerra?… Entonces, una voz muy serena desde mi conciencia me respondió: ¡ sí sos vos, y recuerda que eres un soldado, y que tienes un deber que cumplir! ¿o no fuiste entrenado para ello?…


¡ Que lejanas en tiempo, pero cercanas por las circunstancias, se aparecían las enseñanzas otorgadas en la Escuela de Aviación Militar!, el primer vuelo solo, le emoción de la fiesta de graduación…

Y allí estaba, cumpliendo con el sagrado deber impuesto, volando a 900 Km por hora, a tan sólo unos metros de altura sobre el mar, cuidando mantener la posición, con los nervios en permanente tensión, atento a la fatal detección enemiga o a la falla mecánica inesperada…

Y comprendí que no éramos locos los que como yo arriesgábamos la vida, ¡No! ¡Hay un ideal! :luchábamos no por aquel viejo lema: DIOS-PATRIA-HOGAR, sino para el niño que hoy gatea, tenga un país digno el día de mañana, para que esa maestra les diga a sus alumnos, que por esas islas, muchos combatieron, y ofrendaron sus vidas para que seas nuestras, y luchábamos, por nuestros padres, hermanos, esposas, novias, amigos y por el pueblo todo…

La hora de la verdad se acercaba… de pronto se quiebra el estricto silencio de radio: ¡ dos fragatas al frente!, y luego todo sucedió muy rápida, el infierno se desató: miles de proyectiles venían hacia nosotros, y las horas de entrenamiento dieron sus frutos: reaccionamos mecánicamente: ¡Apuntar!, ¡Esperar la orden del líder de la escuadrilla!, y angustiosos segundos después la orden llega: ¡Al ataque! ¡Viva la Patria!. y todos como bravos halcones fundidos en uno solo, nos abalanzamos sobre la presa que se defiende bravamente, y ataco, ¡Fuera bombas!, veo pasar cerca, muy cerca, la antena del radar de la fragata atacada… Y cuando voy saliendo al ras de las olas, con continuas maniobras evasivas, escucho dos tremendas explosiones…

¡Es una pesadilla! : dos de mis camaradas, han sido abatidos, en su lugar, apenas alcanzo a ver dos bolas de fuego que caen lentamente…
Con un nudo en la garganta, veo una muralla de fuego que me sigue y me alcanza… y siento miedo, y ruego a Dios que me deje vivir, ¡tengo tanto por hacer!, por un instante pienso en lo que amo, en mis proyectos, en mis anhelos…

…Hasta que todo se volvió irreal, otra explosión aún más fuerte y brillante me cegó, y siento una voz de increíble PAZ que me dice: ¡»descansa soldado»!, ¡»descansa en paz, ya has cumplido tu misión»! …
Y mi Skyhawk y yo, volamos alto, muy alto, más allá de las estrellas…
«En memoria a los pilotos argentinos que plegaron sus alas en la guerra del Atlántico Sur…»

Fabián Héctor Cundino

Por siempre 2 de abril

 

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