EL C.A.E.O de la Fuerza Aérea
El C.A.E.O (Conejo Alado en Operaciones) es el símbolo del personal de la Sanidad de la Fuerza Aérea Argentina que se desempeñó en la Guerra de las Islas Malvinas y actualmente seguimos unidos por este símbolo de amistad al que se agregaron otros integrantes militares y civiles y nos reunimos mensualmente en un almuerzo de grata camaradería donde siguen vigentes las reglas del inicio:
– Prohibido hablar de trabajo y no se permite el mal humor. –
Recordamos a los queridos integrantes que quedaron en el camino del tiempo y de la vida, pero no en nuestros corazones.
A continuación parte del capítulo 14 «El Conejo Alado» de mi libro «Tras el manto de neblina. Relatos médicos de la Guerra de las Islas Malvinas» que publiqué en el año 2009:
Es el martes 13 de abril de 1982 y el diálogo se establece en el aeropuerto de las Islas Malvinas.
«………………Ya teníamos noticias de la enorme flota naval que los británicos desplazaban a las islas con la amenaza de dar batalla.
Recorriendo y observando los alrededores del aeropuerto les comento al Ruso y al Johnny:
«No sé que va a pasar, si habrá guerra o no, si volvemos enteros, partidos o seremos recuerdos para nuestras familias».
Con su típica filosofía personal Stvrtecky nos dice:
«Donde todo animal digno muere, el único que sobrevive es el conejo. Es un pensamiento de Hermann Hesse. Tenemos que ser conejos».
Me causó gracia la frase y con humor le respondo:
«Tenés razón y por ser de la FAA seremos Conejos Alados».
Como tanto la FAA, el EA y la ARA estaban en «operaciones» decidimos que la denominación completa debería ser «El Conejo Alado en Operaciones» (CAEO):
Un apretón de manos dió por creada esa liga seguida de ocurrencias sin pensar que dábamos origen a un simbolismo donde se privilegia la amistad; la lealtad, el profesionalismo de un grupo que se incrementó y que hoy día continúa con los mismos valores de antaño.
El Ruso se encargó de hablar al Hospital Aeronáutico Central y de comunicarse con Néstor Goyanes; mecánico dental, artista plástico y sobre todo amigo nuestro; encargándole la confección de un dibujo con un conejo alado con el fondo de la Cruz Roja.
Así lo hizo «Goyanito» y a través de nuestros amigos en Buenos Aires y en el Hospital Reubicable en Comodoro Rivadavia nos envió una cartulina con la figura solicitada.
Nuestros amigos en el Hospital Reubicable en Comodoro Rivadavia eran integrantes de nuestro grupo en Buenos Aires y rápidamente se unieron al «Conejo Alado» aceptándolo como identificación de nuestro círculo de amistad.
Entre ellos quiero mencionar a Ramón Oscar Bustos, Jorge Bosco, Rafael Zumárraga, Emilio Acacia, Santiago Saravia, Adolfo Schmidt; sin olvidar a los que quedaron en Buenos Aires como Osvaldo Villanueva, Jorge López, Carlos Pessolano, Juan Carlos Makudera, Hugo Niotti y otros.»…….
El CAEO
Tuvo la distinción de ser motivo de alegría, distensión; confianza, sana camaradería que contagiamos entre el personal sanitario del EA con quienes trabajamos en conjunto y codo a codo en el Hospital Militar Conjunto de Puerto Argentino compartiendo las tareas médicas y las zozobras durante los ataques hasta el 15 de junio día en que evacuamos a todos los heridos argentinos tratados y compensados al barco hospital Almirante Irízar y luego pasamos a formar parte del campo de prisioneros en el aeropuerto.
Como mencioné más arriba desde 1971 un grupo de profesionales y enfermeros del HAC nos reuníamos juntos a almorzar a las 13 hs. (el horario de trabajo era de 8 a 16 hs.). Los de mayor jerarquía formaron esta unión tratando en lo posible de no ir al comedor de las autoridades del hospital donde siempre se hablaba de trabajo que siempre eran aburridas.
De allí salió la prohibición de mencionar cosas laborales y de pasar un momento grato mientras se comía y se contaban cuentos y chistes; era una forma de psicoterapia de grupo para olvidarnos por un momento de las enfermedades, sangre, dolor y muerte con la que convivíamos diariamente.
En 1972 fueron agregándose otros integrantes y nuevas ideas; las autoridades nos iban individualizando a los «rebeldes» y siempre nos buscaban a la hora del almuerzo con alguna excusa. El tiempo, las ideas y los personajes se incrementaron y del comedor de la confitería del hospital comenzamos a «huir»; así evitábamos que las autoridades nos encontraran y algún paciente que comía allí hiciera una consulta en la mesa e interrumpiera nuestros cuentos y chistes. Hallamos un lugar ideal que era un «boliche» a unos 100 ms. del HAC y que se denominaba «Bar La Aeronáutica».
Pronto las autoridades se dieron cuenta e intentaron prohibirnos ir allí. Sin embargo nuestra «rebeldía adolescente tardía» (travesuras que cometíamos con «sabor juvenil»; aunque éramos mayores; muchos padres de familia y algunos ya abuelos); nos hacía insistir en volver todos los días y para ello contábamos con la complicidad de enfermeras; administrativas y telefonistas, ya que cuando las autoridades del hospital buscaban a alguno de nosotros, estas últimas hacían puente de comunicación telefónica con el boliche.
Como el control se fué acentuando, para recorrer esos escasos cien metros que nos separaban; al mediodía salíamos por la puerta de atrás y en algunos de nuestros autos llegábamos al boliche; a veces para eludir el control tomábamos taxis para hacer una vuelta de cinco cuadras.
La desconfianza y la vigilancia de las autoridades se incrementó y allí nació la idea de reunirnos a comer en algún lugar del hospital y esos lugares fueron varios: cocina; sala de yesos de traumatología, Junta Médica, calderas y en un domicilio particular cercano; propiedad de una empleada de la FAA; en ese entonces constituíamos un grupo aproximado de unas 30 personas más o menos.
Por supuesto se sumaron otros cómplices como cocineros y mucamas. Esto desorientó a las autoridades que descubrieron que no íbamos al boliche y no nos podían encontrar; salvo con el teléfono que también era «otro secuaz» del grupo.
Se inventó otra estrategia a través de un mensaje cifrado para establecer el lugar de reunión: se llamaba a la telefonista y ésta por los altoparlantes del hospital, alrededor de las 11 hs., debería difundir la clave «Doctor Obra Ura comuníquese con ….Traumatología o Junta Médica o lo que correspondiere…» (era el lugar de reunión de ese día). A las 13 hs. estábamos en el lugar previamente planificado. En esos momentos nacía «La Liga Etrusca» un movimiento de gente de buen humor y mejor apetito y que fué el antecesor de «El Conejo Alado». Nos caracterizábamos por ser muy laboriosos y actuar con dedicación y responsabilidad en nuestro trabajo en el hospital.
La mayoría de las veces comprábamos la comida que nuestros cómplices sonrientes de la cocina preparaban y las mucamas llevaban al punto de reunión en los carros de comida. Algunos recientes integrantes que se agregaban al grupo cometían el error de mencionar cosas del trabajo y por lo tanto se los «sancionaba» y en fecha a determinar deberían traer la comida como un lechón, una cazuela, un cabrito, etc.
Los nuevos integrantes eran «tan inocentes» que rápidamente caían en el error y la junta de los comensales votaba por unanimidad «el castigo»; eran tantos los que caían que debían armarse turnos de sanciones y yo que tenía una libreta negra donde anotaba las endoscopías, punciones biopsias y otras tareas médicas personales, agregaba las faltas y logré ser secretario de la Liga por estas aptitudes. Los turnos a veces llevaban unas dos semanas para su concreción. Una vez una de las autoridades del hospital preguntó quién era el doctor Obra Ura tan requerido y le respondimos que era un médico que hacía reemplazo en las guardias.
Sabían que nos reuníamos pero nunca nos sorprendieron y debemos agradecer a todo el resto del personal hospitalario por su complicidad y lealtad.
Luego vino Malvinas y posteriormente no nos controlaron nunca más. Es más; con los años algunos de los que fueron directores o subdirectores del HAC; fueron invitados por nosotros a compartir nuestros almuerzos en el boliche tan estimado.
Todos los mencionados del HAC y otras personas conocen o han recibido noticias sobre el CAEO. En documentales ingleses sobre la guerra de las Islas Malvinas muchas veces enfocan un mástil donde puede verse nuestra Bandera Nacional debajo de la cual hay una bandera de la Cruz Roja y más abajo otra, también de la Cruz Roja un poco más pequeña; que tiene en el centro un croquis de un conejo en negro; ésta es la que identifica al CAEO, de modo que nuestro símbolo ha pasado a ser internacional.
Hoy después de décadas nos reunimos en otro lugar, siempre con el mismo espíritu de amistad y beneplácito.
Relato Extraido del Facebook Conejo alado en Operaciones por ESPINIELLA FERNANDO