Custodiando un prisionero
Guerra de Malvinas Compania de Comandos 601
Custodiando un prisionero
A setecientos cincuenta kilómetros por hora, los dos Harrier GR 3 de la Royal Air Force se aproximaban a West Falkland, en las primeras horas del día 21 de mayo de 1982. Era una patrulla perteneciente a la primera Ala de la Task Force con base en el portaaviones Hermes, en misión de apoyo táctico a la Operación Suttonque había comenzado durante es madrugada: el desembarco en la bahía de San Carlos, sobre la otra gran isla East Falkland.
Luego de haber sobrevolado Fox Bay, algo más al sur de la misma isla, ambos cazabombarderos se dispusieron hacer lo propio en Howard. Guardando distancia, el líder de patrulla se precipito en vuelo rasante sobre el objetivo, minutos después su Nº 2 el teniente Jeffrey William Glover, abandonó la protección de las ondulaciones del terreno y desembocó sobre la bahía. Eran las diez de la mañana.
Inmediatamente el teniente Glover sintió sobre el fuselaje de su aparato impactos semejantes a los producidos por el granizo sobre las chapas metálicas…Era evidente disparos de armas ligeras. Sorprendido, no tuvo tiempo de ganar altura, cuando un estallido detrás del aparto torno ingobernable la maquina, que comenzó a agitarse y a echar humo.
En instante, y antes de que estallara o se precipitase a tierra consigo Glover asió la manija de eyección y saltó al aire, mientras automáticamente se abría el paracaídas se inflaba el chaleco salvavidas.
Cayó a las aguas heladas, aturdido y dolorido en el brazo izquierdo; no permaneció mucho tiempo en el agua, por que un bote que se aproximaba pudo recogerlo y conducirlo a la costa, donde el piloto fue tranquilizado por sus captores -–los mismos que lo habían derivado-, quienes enseguida se ocuparon de atenderlo.
Eran Comandos Argentinos.
El oficial británico prisionero era el teniente Jeffrey William Glover de la Royal Air Force, había nacido en Liverpool precisamente el 2 de abril de 1958. Ya recuperado de la caída, conversaba con los oficiales de la Compañía 601 de Comandos que fueron a visitarlo. Los temas eran sencillos, por que cuando alguno le rozaba el campo militar «era una Tumba»: muy bien adiestrado.
Se negó sistemáticamente a aportar información, bien que fue tratado con «guante blanco». Hablaba un inglés claro y pausado y se entendía perfectamente con la media lengua hablada por los argentinos. Aunque estos le reiteraban que iba a ser evacuado para su mejor atención y que no dudase que lo ampararían las normas de la Convención de Ginebra para trato de prisioneros de guerra, Glover mostraba preocupación. Pero no por el mismo sino porque sus padres eran personas de edad avanzada y se afligía por ellos.
A media tarde fue a buscarlo el doctor Llanos, con ordenes del mayor Castagneto de que ambos treparan al Bell 212 de rescate y que no se movieran del hasta que llegaran a Puerto Argentino. Marchó el médico con el prisionero, cargando con su equipo y dos bolsas conteniendo el material recogido del Harrier abatido. Acompañaba a Llanos en esos momentos el teniente primero Fernández, autor del disparo que derribo al oficial de la Royal Air Force, pues recibió aviso de Castagneto de comunicarle al piloto del helicóptero que no partiese sin él, que estaba preparando su equipo a unas tres cuadras dentro del galpón, donde pasaron la noche.
Fernández trabó conversación con el teniente William Glover, en ingles, con relación a la explosión que este había dicho que causó su derribo, participándole con íntima satisfacción:
¬ Bueno, la explosión fui yo con un Blow Pipe.
Nunca imagino la respuesta del piloto ingles, quien observándolo respondió lacónicamente:
¬ I am glad (Me alegro)
Fernández, desconcertado, no pudo saber si se trataba de una cortesía o del hecho de haber podido sobrevivir al mortífero proyectil. O a la complacencia de Glover por comprobar la excelencia de la tecnología del Reino Unido.
Llegó un mayor del RI 5 quien tomó una fotografía al helicóptero. Su piloto preguntó a Llanos si se trataba de Castagneto, y al contestar negativamente él medico, anuncio:
Yo me voy. Lo lamento pero me voy.
Fernández, procuró que aguardase la llegada de Mario Castagneto, pero el aviador, molesto por la actitud del otro jefe, o preocupado por lo peligroso del retorno con poca luz y en medio de las patrullas de combate enemigas, se molestó irreductible:
¬ No puedo estar más acá. Me voy.
Y el Bell levantó vuelo, cuando el jefe de los comandos bajaba de una altura, sin esperarlo. Este se indignó con Fernández, quien sufrió una fuerte reprimenda por haber dejado dejar ir al Bell, mientras este trataba de calmar a su enojado superior diciéndole que Llanos cubriría bien al prisionero.
Uno de los motivos del gran fastidio que embargó a Castagneto fue las sospechas que el prisionero sería «capitalizado» en beneficio de otra Fuerza: su presunción resultó cierta y dio origen a «actitudes egoístas». Pero sobre todo, el mayor Castagneto quería volver a mandar a su Compañía en el ataque que calculaba debería efectuarse sobre la cabeza de playa británica.
Anochecía, y el cruce del estrecho era altamente peligroso. Los ingleses estaban afianzados en San Carlos, bombardeando con aviones y buques a las localidades de Ganso Verde y Darwin, hacia donde el Bell argentino se dirigía. Volaba como de costumbre al ras del agua y a cada rato se detenían en vuelo estacionario por noticias radiales y del radar que informaban sobre el movimiento aéreo enemigo. En una de esas detenciones se advirtió a unos diez kilómetros la sombra de un barco recostado contra la costa… Todos fijaron sobre él su atención: el misil de una fragata hacia fácil presa al helicóptero. El aviador prisionero estaba blanco: tomando a Llanos del brazo le preguntó:
-That ship is yours or is it ours? ( Ese barco ¿es de ustedes o es nuestro?)
El médico recordó que podía tratarse de una nave argentina escorada en ese lugar. Y a poco desde Ganso Verde se confirmo que era el Río Carcarañá, atacado y semihundido por la aviación enemiga días atrás. Se aflojo la tensión siendo muy visible el alivio del teniente Glover cuando se le tradujo la noticia: Pero continuaba el bombardeo sobre las posiciones argentinas a treinta kilómetros de distancia y la radio avisaba al Bell la dirección de los aviones enemigos. El piloto ingles le advirtió al capitán Llanos que debido a su brazo fracturado, en caso de ser derribado el aparato el no iba a poder abandonarlo, y le pidió poder sujetarse de su mochila para escapar:
-Very well- le contesto Llanos – if am still alive. (Muy bien si todavía estoy vivo)
What a black humour do you have! – Replicó Glover. ( Que humor negro tenés! )
Cuando entraron en Ganso Verde humeaban todos los lugares donde habían caído bombas, incluso la turba del campo. Aun había explosiones sobre Darwin. Llanos condujo a Glover – quien caminaba perfectamente – a un puesto de sanidad y el se dirigió a la radio para comunicares con el mayor Castagneto en Haward. Llanos le aclaró que él ignoraba que el jefe de Comandos también había anunciado su embarque de vuelta y Castagneto se mostró más conforme, dándole una orden terminante, pues le reitero:
-Entregue el prisionero en Puerto Argentino al general Parada.
Al retornar el capitán Llanos a la enfermería, tuvo el disgusto de comprobar que le habían sustraído una de las dos bolsas que contenían restos del avión abatido. Protesto por la desconsideración, pero nadie sabía nada… Tomó la otra bolsa y con el piloto inglés se dirigió al alojamiento que le adjudicaron, el cual era una casa usada por oficiales que iban al pueblo desde sus posiciones por razones de servicio. Desde allí hablo por teléfono, indagando el destino de la bolsa, hasta enterarse que estaba en poder de la Fuerza Aérea para su análisis. Como si fuera poco recibió un aviso intimidaste:
-No se extrañe que además nos quedemos con el piloto.
Llanos protestó:
-¡Yo tengo mis ordenes, que son de entregarlo en Puerto Argentino!
-Eso lo vamos a discutir…¿Es un piloto de Marina o de Aeronáutica?
-De Marina – contesto el Comando aunque el piloto nada había dicho sobre de destino orgánico.
Concluida la conversación. Llanos advirtió al ingles de lo que ocurría, le comento la orden del mayor, de entregarlo al general Parada y le indicó que informara que pertenecía a la Royal Navy, y por ultimo que aunque fuera caminando escaparían a Puerto Argentino.
La conversación fue interrumpida por un raid aéreo británico, Llanos arrastró al oficial de R.A.F. a un pozo y él se puso a disparar contra los aviones junto con la tropa del Regimiento de Infantería 12 allí apostados «Te puedo asegurar», refería Llanos «Que fue el lugar donde yo he visto a la gente, sobre todo de mi rango subalterno, en cuanto a espíritu de combate». Todos en Ganso Verde salían de las calles, se ubicaban tras la protección que hubiere y tiraban contra los aviones. La escena se repitió tres veces más, por los pasajes de aparatos enemigos; Glover bajo tierra, solo y el medico-soldado haciendo fuego.
El piloto ingles estaba asombrado
-¿Para que caván esto, si tiran desde afuera? ¡Los vamos a matar!
En uno de esos diálogos, Glover dijo:
-Ahora me explico: cuando volaba sobre Howard sentí como si me metía en una nube de granizo y perdí el control de mí maquina. Cuando dudaba si saltar o no oí una explosión en al cola y me decid.
Pasada la incursión, ambos huéspedes recibieron la visitas, unos tenientes que deseaban conocer al prisionero, y ello significó para el custodio comer el único bife «a caballo» de toda la campaña, puesto que como atención al aviador británico, obtuvieron dos trozos de carne y huevos. Glover probó apenas tres bocados y dejó:
-¿pero cómo? Preguntaron los tenientes – ¿no querés más?
-I am not hungry ( no tengo hambre)
No se trataba de desconfianza, sino de la excelente alimentación recibida por su propia unidad. El hambre de los oficiales argentinos barrio con el resto.
A la mañana siguiente llegó a la casa un soldado de artillería: de la agrupación Darwin y obtuvo permiso por que había participado en el derribo del avión conducido por el teniente Nicholas Taylor, que murió al tocar tierra, y fue enterrado con todos los honores El soldado quería darse el gusto de ver un piloto como el que había derivado. Llanos traducía el relato y Glover quiso saber el nombre de su camarada ciado. El comando pregunto al soldado y le informó:
-Se llama Nicholas no sé cuanto.
El teniente Glover se emociono y así predio el control que mantenía sobre sus respuestas.
-¡ A Nick! Era un compañero mío veníamos navegando juntos.
De allí que se supo que Glover pertenecía a la dotación del portaaviones Hermes, de donde partiera Taylor, según los datos obtenidos. El prisionero pidió permiso para ir a su tumba, pero no se lo pudo complacer, pues Llanos deseaba proseguir viaje cuanto antes, y moverse hasta Darwin significaba perder mucho tiempo. Otra sorpresa de Glover fue enterarse que el soldado, a quien suponía debidamente condecorado por su hazaña y con permiso de volver a su casa, estabas cavando posiciones defensivas en las proximidades.
Pablo Llanos estaba dispuesto a salir hacia Puerto Argentino cuanto antes aunque fuera caminando, por mas que desde Ganso Verde hubiese una distancia lineal de noventa kilómetros, que por supuesto el terreno duplicaba. Glover se mostró dispuesto a seguirlo; el british, como lo llamaba el Comando pese a la protesta de este:
-My name is William! (Mi nombre es William)
Pera media mañana arribaron tres helicópteros, que seguían a Howard para buscar las dos secciones de la Compañía 601 de Comandos, por lo que el capitán aguarda su forzoso regreso para juntarse con ellos y así retornar juntos. Una fatal noticia sobre aquellos, comunicada por radio y la providencial llegada de un Chinook que apareció en el instante que el médico se disponía a marchar con el cautivo.
Era un aparto fuera de servicio que volvía a repararse a Puerto Argentino porque perdía combustible en una de las turbinas e incluso dentro de este, Ambos treparon al aparato junto a cuatro pasajeros mas y con las ultimas luces del 23 de mayo salieron hacia la capital de la isla.
Al llegar abandonaron la maquina en emergencia y quedaron aguardando ya de noche, que fueran a buscarlos, porque habían aterrizado lejos adrede para el caso de que estallara al aterrizar. Se veían las luces de la ciudad. Glover le pregunto a Llanos:
-¿ Y donde estamos?
Esto es -Puerto Argentino para mí, es Port Stanley para vos.
What a shit! ( Que porquería! )
A Llanos le causo mucha gracia la sentencia del piloto
-Sí – acordó – por esto estamos peleando; pero son principios.
-No, esta guerra no tiene sentido – respondió Glover -, es una guerra política: «Galtiero» y Thatcher. Y yo cumplo ordenes igual que vos.
Comenzaron a llegar oficiales y uno de ellos requirió al prisionero. El capitán Llanos se negó a entregarlo aludiendo que tenia ordenes; hasta apareció el mayor Bettolli, ayudante del general Parada y otros del estado mayor de éste, con una ambulancia para trasladarlo. Cuando Glover era acompañado allá para conducirlo a Puerto Argentino, se zafó y retornó hasta la rampa del Chinook, donde dijo al medico.
-Seguramente no nos veremos más; dentro de esa bolsa debe estar mi cuchillo: quiero que lo conserves y el día que esto termine espero que me mandes el tuyo.
Y al despedirse, abrazó al oficial, conmovido, actitud que este no esperaba ante el dominio que había demostrado el piloto ingles.
El teniente William Glover mucho se asombró cuando al llegar al aeropuerto vio descender un Hércules C.130 y le dijeron que en él viajaría al continente: creía que era usado solo para movimientos locales, pues estaba convencido que el bloqueo británico era tan riguroso que impedían los vuelos. Según referencias echas al doctor Llanos, al llegar a Comodoro Rivadavia, Glover se dirigió a la cabina del piloto y lo felicitó por su manejo, ya que sin duda más de una vez habrán rozado las olas con ese inmenso aparato. Por declaraciones suyas posteriores, en ningún fue tan bien tratado, hasta con aprecio personal, como en Malvinas
Una respuesta
Muy buen relato sobre un hecho belico en las Islas MALVINAS……