Como son nuestras Islas Malvinas

Guerra de Malvinas 1982

Como son nuestras Islas Malvinas

Capitulo II – Como son nuestras Islas Malvinas

«El que quiera ser grande sea servidor vuestro y el que quiera entre vosotros ser primero, sea esclavo de todos, pues aún el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos». (Marcos 10,44-46)

Relata: el autor – Piloto de A-4B Skyhawk

Mi Escuadrón despegaba hacia su Base de operaciones en el Atlántico Sur el día 14 de Abril de 1982. Un grupo de nosotros iba en vuelo piloteando aviones A-4B y el resto en aviones de transporte F-28 y C-130 1.

Yo era jefe de una de las Escuadrillas que debía desplegar en A-4B.

Llegó el día, pero me ordenaron que mi escuadrilla debía permanecer en Villa Reynolds, nuestro asiento en tiempo de paz, como reserva.

Se fueron……..

Quedamos nerviosos, irritables; todos deseábamos ir lo más pronto posible.

No sabíamos si esa flota que venía presentaría combate, pero estábamos preparados para afrontar lo que viniera, aunque en ese momento creo que aún no habíamos tomado conciencia de que estábamos a solo días de vivir una guerra. Interiormente, todos habíamos soñado con vivir ese momento, en el cual liberaríamos la impotencia acumulada durante casi 150 años.

El día 17 de abril llegó la orden de despliegue para mí.

Preparamos los aviones y despegamos en vuelo directo hacia Río Gallegos, nuestra Base de Operaciones inicial, ya que luego operaríamos desde San Julián.

Cuando reuní mi escuadrilla en el aire, miré las instalaciones de nuestra V Brigada Aérea, mi departamento » B » en el Monoblock 3, y pensé que quizás nunca los volvería a ver.

Allí quedaban mi esposa Mirta Elizabeth y mis hijos María José de ocho años, Pablo Esteban de cinco años y Candela de dos años.

Pronto entramos en una espesa capa de nubes, por lo que tuve que concentrarme en los instrumentos, pues un avión de combate es muy sensible e inestable.

Por los espejos veía a mis numerales, formándome en un suave bamboleo, dentro de esa lechosa y difusa capa. Salimos de ella a unos 11.000 metros de altitud. Sobre nosotros había ahora un cielo azul y en el horizonte, el sol se iba escondiendo entre las nubes.

Se hizo de noche, seguimos nuestro vuelo sumidos en un profundo silencio de radio y en nuestros pensamientos. Parecía que estuviésemos viviendo un sueño, que esto no podría estar pasándonos a nosotros. Por fin íbamos a poder luchar por nuestras Islas, demostrando el resultado de nuestro entrenamiento. Por fin descubriríamos que lo aprendido en la ya lejana Escuela de Aviación Militar era cierto, no eran solamente palabras.

Ahora nos cubrían las estrellas.

Vimos las luces anticolisión 2 de un avión de pasajeros que iba en nuestro mismo sentido, adelante nuestro, dejando una estela blanca y luminosa en la oscuridad de la noche; las seguimos unos de un lado y otros del otro, tratando de no entrar en ella por la turbulencia. Aterrizó y continuamos nuestro vuelo.

Estábamos ya en la Patagonia, al cruzar mi Provincia, Río Negro, pensé que quizás nunca más volvería a cruzarla rumbo al norte.

1- F-28: Avión de pasajeros y carga. C-130: Avión de transporte, paracaidistas, asalto, carga y lanzamiento de la misma, avión hospital, etc. Una sección está formada por dos aviones, una escuadrilla por cuatro de ellos.. un escuadrón por varias escuadrillas y un Grupo Aéreo por dos o más escuadrones.

2 -Anticolisión: Luces verdes, rojas y a veces blancas que se ven desde muy lejos.

Se empezó a quebrar la capa de nubes y pudimos ver cada tanto las luces de algún pueblito.

A lo lejos, vi venir a nuestro encuentro, a un nivel más alto, otro avión de línea destellando en la noche, nos cruzamos y se perdió en a oscuridad del cielo patagónico.

Pronto aparecieron las luces de nuestro destino final. Aterrizamos sin problemas y rodamos a los refugios. Mañana comenzaríamos una etapa fundamental para nosotros y para la Patria.

Al amanecer, nos levantamos e higienizamos, desayunamos en un bullicioso comedor, repleto de encuentros, vitalidad, alegría, nervios e incertidumbre, en un arco iris de pañuelos de cuello ( que distinguen el Sistema de Armas que se opera) y luego de saludar a nuestros Jefes, concurrimos a nuestra sala de reuniones previas al vuelo, la que sería testigo de muchas y cambiantes situaciones, pero principalmente de nuestra Fe.

Era grande, con tres largas mesas para trazar las navegaciones, muchas sillas, cartas de las Islas Malvinas recubiertas de plástico en las paredes; un trabajo en relieve de ellas, papeleros, paquetes de galletitas y chocolates que nos llegaban constantemente; todo rodeado por los percheros con nuestros equipos de vuelo, trajes antiexposición3 y nuestros cascos. Allí siempre había alguien que quería saludarnos y que muchas veces debía interrumpir bruscamente su conversación por la llegada de una orden de misión.

Un día fue a visitarnos un grupo de azafatas; al principio estaban en “pose”, algo incómodas, pero luego de un rato de charla, comenzaron a mostrar el maravilloso ser humano que todos llevamos dentro. Les mostré la foto de mi esposa y mis hijos; alguien trajo una guitarra y comenzamos a cantar “Zamba de mi esperanza”; en la mitad de la canción comenzaron a callar todas las voces masculinas, había llegado una misión.

Tiempo después, una de las chicas nos trajo una torta hecha con sus propias manos. En cada porción había afecto y todos lo notamos.

Volviendo al día siguiente de mi arribo, una vez llegados a esa sala, debimos soportar las bromas de los “veteranos” que ya habían hecho algún vuelo de reconocimiento sobre nuestras Islas Malvinas. Se cubrían el rostro con el brazo, haciéndose como decimos nosotros, los “misteriosos”; luego vería yo el contraste tremendo entre los alféreces sanos y despreocupados de entonces y los hombres maduros del final del conflicto. Habrían de crecer mucho en poco tiempo.

El día 23 de abril dejé de ser novato; volamos rumbo a las Islas el Teniente Gálvez y yo, en un día hermoso, cosa rara en esta zona del país, en donde parece que se encontraran todas las tormentas del mundo.

Pronto tuvimos adelante mar, atrás mar y a los costados mar, cosa bastante incómoda a la que luego nos acostumbraríamos. En esa inmensidad no se veía ni un solo barco, prácticamente no había olas y la visibilidad era perfecta.

Sentía una sensación extraña, algo que puede parecerse a la soledad. Era la primera vez que volaba en mar abierto sin tener la costa a la vista.

Para dar una idea aproximada de la distancia entre el continente y Puerto Argentino hay aproximadamente el equivalente a la distancia entre la ciudad de Buenos Aires y la ciudad de San Luis.

Volamos sobre una especie de manchones de distintos tonos de azul en el agua.

Vi una línea oscura en el horizonte, pensé que eran nubes bajas, pero luego comprendí que eran las Islas. Faltaban aún muchos kilómetros pero allí estaban. Me emocioné. ¡Cuántos argentinos desearían estar compartiendo conmigo ese momento!

Las Islas son mucho más grandes de lo que uno imagina al mirar el mapa. La Gran Malvina mide aproximadamente 130 kilómetros de largo por 100 de ancho y la Soledad, unos 150 kilómetros de largo por 85 de ancho.

No son piedras desoladas como las describen algunos.

Al Norte de la Gran Malvina están los montes Hornby, cuyo cerro más alto es el monte Independencia de 698 metros, el más elevado del archipiélago.

En la Isla Soledad hay una cadena montañosa en forma de arco, que va de Este a Oeste, llamada “Alturas Rivadavia”, cuya cumbre máxima es el cerro Alberdi de 690 metros.

Hice contacto con el radar que me autorizó a descender.

3 -Traje antiexposición: Traje especial que permite sobrevivir en el agua por un tiempo aproximado de 30 minutos, cuando sin él se perece en aproximadamente 1 o 2 minutos, por paro cardiaco, debido a las bajísimas temperaturas del Atlántico Sur.

Volamos sobre Puerto Argentino. Es un hermoso pueblito que está al sur de una bahía amplia en la que se encuentra el puerto, muy prolijo y colorido, con calles que tienen declive hacia el mar, de típicas construcciones de influencia arquitectónica inglesa. Al Este vimos la pista, en una península que señalaba al mar abierto, hacia la flota inglesa.

La ciudad se encuentra al este de la Isla Soledad.

Hicimos dos ataques simulados al Sur de Puerto Argentino, en Puerto Enriqueta, guiados por las voces familiares del Primer Teniente González y, al que afectivamente llamamos “Gusha” y del «Picho» Fernández, que se desempeñaban como observadores terrestres.

Sobre el mar en calma observé muchísimas gaviotas posadas, en cantidades imposibles de imaginar. Ellas serían luego un constante peligro para nuestros vuelos rasantes, por la posibilidad de chocarlas. El Teniente Robledo volvió de una misión con un orificio del tamaño de un melón en su avión, producto de la colisión con una de ellas.

Me alejé luego en vuelo bajo, bordeando por el Sur la cadena de sierras, hacia Darwin; abajo veíamos una pradera verde con suaves elevaciones.

Lo que más me llamó la atención en este vuelo sobre las Malvinas fue las Islas Salvajes, con paredes verticales que al confundirlas con buques nos dieron muchos sustos, las praderas verdes amarillentas con suaves lomadas, salpicadas por estancias y refugios pintados en colores vivos; las cadenas de sierras que me recordaban mucho a las de Tandil; los puertos naturales como el de Bahía San Carlos, con fiordos de paredes elevadas que formaban una defensa natural; los riachos que bajan de los cerros; el estrecho que divide las Islas y que es más ancho de lo que me imaginaba y, por sobre todo, lo lindas que son, ya que esperaba encontrarme con peñascos grises y sombríos.

Lo que no hay son árboles y buen tiempo; están casi siempre cubiertas por nubes bajas, lluvias aisladas, vientos furibundos y helados; la sensación térmica llega muchas veces a los 25°C bajo cero; y el mar con olas enormes y embravecidas, que arrojan su espuma sobre la costa, creando un clima helado y húmedo. Allí nuestros soldados vivieron y lucharon.

Darwin está en un istmo, muy cerca de Pradera del Ganso, en la Isla Soledad, que es también un pequeño y colorido pueblito. Hicimos un pasaje4 en formación5 sobre ambos lugares, saludando con un alabeo6 de nuestras alas, cruzando luego en vuelo rasante el Estrecho de San Carlos hacia Puerto Fox, en la Gran Malvina.

Iniciamos el ascenso y el regreso; detrás nuestro comenzaron a formarse nubarrones oscuros que fueron cubriendo nuestras islas Malvinas.

Este primer vuelo sobre las Islas aumentó aún más mi amor por ellas y mi decisión de dar mi vida si era necesario por esa, nuestra causa.

Pocos días después llegaron los integrantes del otro Escuadrón, y nosotros fuimos los que nos cubríamos el rostro con el brazo y nos reíamos de los novatos.

Muchos aprovecharon el puente aéreo para “colarse” en algún avión de transporte e ir a visitarlas. Yo he volado por todos sus rincones, creo conocerlas muy bien, pero nunca las he pisado.

4 -Pasaje: Pasar sobre un lugar en vuelo bajo.

5 -Formación: Vuelos de aviones reunidos.

6 -Alabeo: Inclinar levemente las alas hacia uno otro lado alternativamente.

Cap Carballo Pablo Marcos
Comodoro (R) Carballo Pablo Marcos

Compendio de “Dios y los Halcones” y “Halcones sobre Malvinas”,
del mismo autor
 CORDOBA, AGOSTO DE 2004
Como son nuestras Islas Malvinas

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