Camberra detectados por la flota
Guerra de Malvinas Fuerza Aerea
Camberra detectados por la flota Al Teniente Comandante Mike Brodwater, para confirmarle que su misil no dio en el blanco. RELATAN: Capitán EDUARDO GARCÍA PUEBLA (piloto)-1er. Teniente JORGE SEGAT (Navegador) |
El
2 de Abril fue inmensa nuestra sorpresa y alegría. Apenas recuperados
del evento comenzamos entusiasmados nuestras elucubraciones de combate.
Con el ler. Teniente Marcelo Adolfo SIRI (Navegador) nos «fabricamos»
el vuelo de Canberra hacia la zona de operaciones con el objeto de
comprobar distancias y resultados de bombas y espoletas en el agua. Esto
trajo aparejadas «cargadas» por parte de varios oficiales; era obvio
nuestro interés por estar a la brevedad en la zona recientemente
recuperada. Realmente era como el irresistible canto de la sirena.
Así lo hicimos aterrizamos en la Base Aeronaval Trelew y fuimos recibidos con patriótica algarabía.
Efectuamos varios vuelos en el mar siguiendo distintos patrones de
bombardeo y otras prácticas para ganar experiencia que no teníamos. Como
siempre SIRI dio muestras de sus excelentes aptitudes como navegador y
bombardero aunque comencé a notar que le aquejaban terribles dolores.
Pese a sus esfuerzos por ocultarlos, en ocasiones se le escapaban
conmovedores quejidos (tenía una enfermedad incurable).
Así
esperábamos la hora del combate, pero la flota fue más lenta que su
enfermedad. Iniciadas las operaciones y ocultando grandes sufrimientos,
me pidió que lo llevara de cualquier manera hasta el avión y lo ayudara a
atarse para poder ir al combate. A lo que no accedí ya que su aptitud
física estaba marcadamente disminuida, el margen de supervivencia era
nulo, en caso de derribo y en el mejor de los casos su estado se
agravaría. Lloró conmigo de impotencia, como el buen soldado que no
puede defender lo suyo. Pocos meses después de finalizada la contienda,
ya en conocimiento pleno de su enfermedad libró su última batalla con la
misma voluntad de aquellos días. Es imperiosa la mención de estos
antecedentes para valorizar la personalidad de este luchador. Vaya este
pequeño homenaje para la «Lombriz» SIRI y sus hijos, para que siempre
sepan de su valor.
Ante la inminente llegada de la flota
constituimos las tripulaciones estables compatibilizando criterios de
eficiencia, experiencia y afinidad. Durante el conflicto el ler.
Teniente Jorge SEGAT fue mi inseparable navegador. Por momentos nos
sentíamos eufóricos y luego de investigar las capacidades del enemigo,
evadíamos los análisis entregándonos a un campeonato de dardos, en el
que el centro mosca era la imagen de la señora Thatcher. (Nada que ver
con el vudú, solamente era una buena terapia).
La espera era dura,
me recordaba la imagen del padre frente a la sala de partos. La tensión
creciente y el incremento de secreciones glandulares consecuentes
produjo fenómenos extraños: el más fantástico fue que el «Gordo» CARDO
(la mascota del grupo) adelgazara; otros que en sueños realizaban
maniobras evasivas se rompieron la cabeza contra el suelo; algunos no
dormían; se les caía el cabello y así variadas alteraciones fuera de lo
común.
El olfato nos dijo que esto se iba alargando, por lo que con
SEGAT, SPROVIERO y otros fanáticos nos dedicamos, metódicamente, de
noche y fuera de alerta a hacer gimnasia. Hoy sé que fue importantísimo
su efecto en nuestros posteriores vuelos nocturnos a «casi ciegas»,
donde pudimos ver cosas adivinando. Según los expertos esto fue probable
solo por poseer condiciones psicofísicas muy buenas. Como sello
identificatorio y por mi afición a las pesas me quedó el apelativo:
Musculito
El 26 de Abril se llevó a cabo la difícil e infructuosa
misión de 3 Canberras a las Georgias. Agregando el paulatino avance de
la flota, se multiplicaban en nosotros las ansias de la lucha justa y
también el miedo, por supuesto. No el miedo instintivo ingobernable,
sino el temor lógico al futuro de los hijos sin padre, a perder el
numeral que confía ciegamente en nuestra pericia o ser combativamente
inferior al enemigo, o equivocarse en las decisiones, o no llegar al
blanco, o bombardear propias tropas, etc. Y por que no, dejar este
cuerpo material que malo o bueno es nuestro y nos acompañó unos cuantos
años. Fue posible vencer el obstáculo porque paulatinamente se nos
fueron cayendo «los velos y nos descubrimos a nosotros mismos.
Supimos que amábamos la tierra de nuestros padres e hijos y que
necesitábamos esencialmente del Principio y Fin de todas las cosas:
Dios. No soy original en los conceptos, pero me despreocupa el serlo, la
historia del hombre es una viva reiteración. Lo que sí me importa es
rescatar algún valor que nos han prodigado estos jóvenes, fieles
exponentes de la sociedad argentina que con sus pocos años y
experiencias son educadores ejemplares de las cosas trascendentales.
Ellos nos recuerdan que debemos ser el estandarte de la cultura
Greco-Romana pura y no el apéndice putrefacto de la cultura del «Dios
oro»
Los cómodos y descreídos enjuiciarán esas abstracciones como
«quijotadas», «Tonterías», «utopías», «ideales perimidos», o como
quieran llamarles, pero jamás podrán con ellos.
Cuatro horas del día 10 de Mayo. El Mayor VIVAS, jefe del Escuadrón, golpeando las puertas de los alojamientos gritó:
– ¡ Atacan Puerto Argentino!
– ¡ Arriba todo el mundo!
No quiero asegurarlo pero creo haber escuchado que alguno salió con una bota vuelo 2 números más chica y viceversa.
Las dos escuadrillas de alerta se subieron a los aviones quedando
encerrados y atados. A fuerza de ser claro debo decir que la
imposibilidad de mínimos movimientos produce diversas molestias, en
piernas, espalda, cuello, etc., que con el correr de las horas se hace
dolorosa. A. propósito de estos datos que he ilustrado fue que
improvisamos una escuadrilla para relevar a los que llevaban largas
horas en esa condición. Total era por un ratito. – ¡ error ! a breves
minutos de reemplazarlos, llegó la primera orden fragmentaria que
consistía en 2 salidas de 3 aviones con 30 minutos de intervalo.
Salió la primera escuadrilla: «Ruta». Integrada por el Capitán NOGUEIRA
como jefe, Capitán SANCHEZ, Navegador, Teniente COOKE – Capitán LOZANO
de Nº 2 y Capitán RODINO – ler. Teniente DUBROCA de N0 3.
Nuestro
blanco eran lanchas y tropas de desembarco al norte de la isla Soledad.
Cumplido el lapso preestablecido decolamos como guía el Capitán Alberto
BAIGORRI con el Mayor RODEIRO, de numeral 2 el Teniente DE IBAÑEZ con el
primer Teniente Mario GONZALEZ y como numeral 3 quienes relatan. La
estructuración de la Escuadrilla no fue azarosa sino que el guía debe
ser el más experimentado, sucediéndole en aptitudes y comando el N0 3,
que a su vez brinda protección defensivo-evasiva a todo el grupo (en
este caso el N0 1 y 3 éramos jefe de escuadrilla titulares) y el numeral
2 que va colocado en el medio es el piloto más «nuevo», que como tal
debe ser cuidado.
Ascendimos alrededor de 10.000 metros, para
ahorrar combustible iniciando el descenso próximo a la zona de captación
radárica del enemigo para no ser detectados. Un dato de interés es que
el avión Canberra produce en radar un eco exactamente 3 veces más grande
que un avión tipo Mirage y se percibe desde el doble de distancia en
iguales condiciones. Volábamos casi tocando el agua el N0 1 dejaba un
torbellino de espuma en el aire.
Bruscamente, por el alcance de las ondas de VHF (Radio) comenzamos a escuchar gritos entrecortados y luego más claros:
– Bien pibe, lo pusiste de traste, lo tumbaste! Otro decía: – ¡ Me eyecto!
Otro: – ¡me dieron!. No puedo tenerlo. Me voy a la isla!
Este último parecía ser el Capitán NOGUEIRA «Ruta». Efectivamente lo
era, por la poca visibilidad reinante no vieron hasta estar demasiado
cerca, que el desembarco había sido rechazado y la flota había
aproximado a ¡a costa para proteger el repliegue. Así se encontraron con
una pared defensiva entre ellos y el objetivo. Segundos más tarde
vieron notables destellos que iluminaron 2 fragatas y luego como tomando
forma de la nada, varios misiles de gran porte y color blanco que se
orientaban hacia ellos. Milagrosamente, por haberlos visto salir,
pudieron esquivarlos. Pasando 2 de ellos entre 2 aviones. Se produjo
entonces la ruptura (desprendimiento de los aviones) defensiva.
Evidentemente varias andanadas de misiles salieron a su búsqueda, de los
cuales uno detonó cerca de la puntera del ala izquierda del guía,
volándola como si fuese de papel de cigarrillo. La proximidad al agua
evitó el. impacto directo pero la pérdida del control producida por la
explosión convirtió al agua, en un virtual enemigo, evitando por
centímetros la fatal colisión. Recuperado el control vio salir a su
encuentro una sección de Harrier (P.A.C.) del portaaviones cosa que
providencialmente lo hizo desistir de aterrizar en Puerto Argentino y le
evitó correr la misma suerte que el Capitán GARCÍA CUERVA (M-lll).
El navegador Capitán SANCHEZ al sentir el impacto dijo:
-¡ me eyecto!
– ¡ No! ¡ No! ¡Pará, quedate!
Ante la propia limitación por avería del «Palito» NOGUEIRA, para
acelerar adecuadamente y evadir los interceptores ordenó a sus numerales
regresar a la base, quedándose él como señuelo.
El «Pájaro»
BAIGORRI y yo lo llamábamos para saber de su suerte. De ese enlace y
otros que se oían dedujimos que la sombrilla aérea de M-lll regresaba al
continente por combustible, dejándonos sin protección. Y que el
desembarco inglés se había suspendido.
¿ Escuchaste Pájaro?
– ¡Si; le voy a preguntar al «Palito»!
– RUTA-RIFLE (llamado de escuadrillas).
Sin recibir respuesta perforábamos lloviznas y nubes desgarradas.
Ya ni nos acordábamos del temblor de las piernas; del baño turco, ni de las incomodidades del asiento.
Observamos con Jorge, que desde su cubil era «todo ojos», que el número
2, DE IBAÑEZ, se desplazaba algunos metros hacia arriba, seguramente
para aliviar la tensión extrema que provoca el volar tan bajo. Lo llama
– ¡Rifle 2; baje!
Momentáneamente descendió, aunque con tendencia a subir.
Como los 2 aviones de adelante, tenían espoletas que harían estallar
sus bombas muy cerca mío fui tomando la conveniente distancia para
evitar sus esquirlas. Nos encontrábamos a 300 kmts. Del objetivo. En ese
momento algo indescriptible me impulsó a mirar hacia la derecha,
forzando la natural posición del asiento. No sé que mecanismo o sentido
me alertó, pero lo hice. Del vientre de una nube apareció un pequeño
filete blanquecino con pasmosa velocidad. Se dirigía paralelo a mi
rumbo, hacia el N0 1. Cuando esa imagen se graba en mi retina ya estaba
gritando con todas las fuerzas:
-¡Pájaro, abrite, un misil
– ¡RUPTURA!
Simultáneamente accioné violentamente los aceleradores a su tope máximo, todo el volante y pedal a la izquierda y atrás.
– ¡Jorge lanzá bengalas y chaff, cada 15 segundos!
Pasé rozando el agua con mi ala izquierda, que se extiende a 10 metros de la cabina; pero sin sacar la vista del misil.
El Nº 1 giraba rápidamente hacia la derecha, lo que quizás provocó que
el Sidewinder calórico, enganchara la estela caliente del numeral 2
sumado a que éste iba más alto y que su trayectoria era aún lineal. Con
desesperación grité:
– ¡ Guarda el 2! ¡ GUARDA EL 2!
– ¡Vire carajo!
– ¡DIOS!. Ya era tarde, no tuvo tiempo de evadirlo. Vi el misil entrar
en su motor derecho lo que no provocó ninguna explosión violenta, ni
destrucción progresiva del motor.
En este instante perdíamos de
vista la acción por el brusco cambio de rumbo. Pero el Capitán BAIGORRI
por estar virando hacia ese lado pudo ver la eyección y los dos hongos
de los paracaídas, como así la caída del avión al agua con fuego en el
motor derecho.
Nuestro pecho se conmovió instintivamente, si es que
eso era posible dadas las circunstancias que corrían, al pensar que
nuestros amigos no tenían salvación en la inmensidad del mar abierto.
Realizando la mencionada maniobra el número 1 alcanzó a divisar la
silueta oscura de un SEA Harrier, que seguramente nos perdió en el radar
y se lanzó a nuestra caza en forma visual. Por accidente la diferencia
tecnológica momentáneamente se había achicado. Entraban en juego otros
factores, habilidad, experiencia y por qué no providencia. En eso Jorge
me dijo:
-¡Eyectá los tanques de puntera loco!
efectivamente
con tanques nuestras posibilidades de evasión eran mínimas ya que no
podríamos superar los 700 Kmts. por riesgo de desprenderse uno de ellos,
provocando un impacto inevitable de la aeronave contra el agua. Estiré
la mano hacía el panel derecho, para eyectarlos; pero la violencia de la
maniobra incrementó el peso de mi brazo al punto de escaparle dos veces
al botón (1). En el tercer intento, y por el exceso de velocidad vimos
salir catapultados hacia atrás sendos «tips» . El avión crujió y se
aceleró en forma brusca como si lo hubiesen soltado de golpe. En ese
instante, coincidente con el lanzamiento de bengalas, sentí otro golpe o
estremecimiento en la cola.
Afiebradamente comprobé los comandos y le dije a Jorge:
-Pensé que nos habían dado pero anda todo bien.
– ¿Pájaro? -lo llamé- ¿ qué hacemos ? – (Debía consultarlo ya que era
el jefe de esa unidad de combate, la escuadrilla «RIFLE».
-Volvemos individual. (Cada uno por su cuenta).
– Ojo que nos andan buscando.
– Eyectamos bombas de planos.
Realmente no tenía sentido seguir hacia el objetivo, detectados por los
radares de la flota, con dos Harrier arriba y 300 Kmts. que aún nos
separaban de la isla.
Con gran congoja, por ser nuestro elemento
ofensivo, lanzamos las bombas exteriores para poder acelerar aun más.
Mis ojos escudriñaban cada nube y cada chubasco y giraban de un lado a
otro como el haz del radar. Sentía como la velocidad aumentaba y
aparecían fuertes vibraciones en los comandos.
Lógicamente el resto
de atención que me quedaba estaba afectado a no embestir la cresta de
las olas. Pero SEGAT que no veía tanto hacia afuera, colaboraba con los
instrumentos.
– ¡Viejo! ¡Guarda la velocidad, que nos desarmamos!
Teníamos más de 950 kmts. Por hora siendo la máxima, por límites
estructurales 850 kmts. Por hora. Reduje aceleradores y me pegué más a
la superficie del agua.
A continuación de algunas maniobras
colocamos rumbo general 330 a Trelew, mientras sacábamos cálculos de
consumo, por no saber si llegábamos con el alto gasto que ocasionaban la
poca altura y velocidad de nuestro vuelo.
Era difícil de entender
pero estábamos enfrentados inteligencia contra inteligencia, los
segundos corrían y el golpe no llegaba.
-Che, parece que nos perdió. ¿ Cómo le irá al «Pájaro» ?
-Pájaro – Cobra (Mi indicativo normal) ¿ Cómo andas?
-¡Bien loco! No me enganchó
– ¡A mí tampoco Pichón!
en la penumbra del avanzado atardecer, me pareció ver buques con
reflectores grisáceos. – ¡Estábamos rodeados por la flota!. Se me apretó
el corazón.
– ¡Estamos rodeados, veo fragatas por todos lados, no tengo por donde pasar!
Aunque no había forma de distinguirlos estaban demasiado cerca del
continente por lo que dedujimos eran de la Armada Argentina. Dada la
forma de nuestra aparición eso no era ninguna garantía de supervivencia
si no alcanzábamos a avisarles, pues con toda seguridad en sus pantallas
veían acercarse a un agresor. – ¡Jorge, URGENTE, con la clave, llamá en
la frecuencia de los «Navis», que son nuestros. Yo por las dudas miro
afuera para tratar de esquivar si nos tiran algo.
-Todo ocurría tan vertiginosamente que los sentidos parecían lentos y torpes.
– ¡LOBO – MATIENZO! (Llamada en clave).
Prontamente arreciaron las llamadas de distintos buques pidiendo
autenticación. (Confirmación por medio de códigos especiales). Lo que
quería decir que estaban a punto de tirarnos con todo.
Con un poco
de alivio hicimos enlace con la fragata «Ponderosa» o «Maravilla», no
recuerdo bien, que nos recibió el informe adelantado y pedido de
auxilio:
–
ESCUADRILLA RIFLE, 3 CANBERRAS, FUIMOS INTERCEPTADOS POR AVIONES
HARRIER A 150 MILLAS NAUTICAS POR EL RADIAL 330 DE MALVINAS. UN CANBERRA
DERRIBADO POR MISIL AIRE-AIRE, DOS TRIPULANTES EYECTADOS.
– RECIBIDO, ENVIAMOS EL INFORME Y PARA EL RESCATE INFORMAMOS AL AVISO «ALFEREZ SOBRAL (que en esta empresa fuera atacado).
Regresamos
de noche junto con el «Palito» NOGUEIRA, que por avería o falla de sus
equipos de navegación, sumada a la falta de su puntera izquierda, venía
casi sin combustible al aterrizaje.
Toda la gente, Oficiales,
Suboficiales y Civiles nos esperaba al bajar. Nos abrazaron y sufrieron
silenciosamente por la caída de nuestros camaradas el primer Teniente
«Coquena» Mario GONZALEZ y el Teniente «Pituso» DE IBAÑEZ.
De ahí
me fui a la capilla de la Base. Entré, estaba a oscuras. Recé por los
camaradas caídos. Y a medida que me acostumbraba a la penumbra me
encontré con muchas siluetas que me acompañaban. Estábamos todos allí.
Asumimos nuestra pérdida, «Levantamos el guante» y comenzamos la espera
con la «vela de las armas para asestar nuestro golpe de maza (símbolo
de nuestro escudo de combate). Luego de este traspié la F.A.S. (Fuerza
Aérea Sur) nos dejó varios días inactivos por considerar que nuestra
lentitud con tanque de puntera colocados y la falta de repuestos para
eyectarlos en todas las misiones, agregadas a las condiciones
momentáneas de la batalla hacían excesivamente riesgosa nuestra
operación.
Estabamos «tascando el freno», cada camarada que caía
era una espina clavada en el alma y un multiplicador de nuestra
impotencia.
Llegó el desembarco de San Carlos. Mientras se
realizaban los primeros ataques de escuadrillas argentinas a la flota en
la Bahía, organizábamos una salida de ocho Canberras con ocho bombas de
1.000 lbs. cada uno, con una escolta de Mirage III, previamente
coordinada.
El Mayor CHEVALLIER, a cargo del Escuadrón en ese
momento, expuso la misión a la F.A.S. El bombardeo sería de zona desde 1
5.000 mts. de altura, cubriendo un paño de terreno de 2.000 Mts. Por
2.000 mts., con 64.000 lbs de bombas (32.000 Kgs.) para destruir. o
desmembrar la cabeza de playa. El sistema de puntería sería visual y/o
con el apoyo del amado radar de Puerto Argentino. Este sistema se
utilizó en varias ocasiones logrando batir objetivos, consistiendo
básicamente en calcular interpolando los vientos existentes desde el
terreno hasta la altura de lanzamiento, compatibilizados con la
trayectoria balística de la bomba y de esta forma obtener un punto de
lanzamiento y a órdenes del radar todos descargar sus bombas.
Las
posibilidades de retorno eran estimadas en el 40%, pero la importancia
del blanco hizo que la mayoría nos ofreciéramos como voluntarios. La
iniciativa fue bien recibida por la F.AS.
La orden llegó.
Alcanzaron a despegar 3 aviones y nos ordenaron regresar al aterrizaje.
Quizás por haberse desperdigado la cabeza de playa, o por la alta
posibilidad de derribo o por otras razones de comando que no llegaron a
nuestro conocimiento. Lástima, era una misión a nuestra justa medida.
Si bien no pudimos llevarla a cabo a partir de allí comenzamos a operar
en las famosas (entre las tropas enemigas) misiones nocturnas que nos
ganó el apodo de «Murciélagos». en sus dos variantes: las rasantes,
donde luchábamos contra la poca visibilidad, la meteorología, la
tortuosa navegación, la temida proximidad al agua y obstáculos y la
dificultad de encontrar el blanco. Naturalmente también contra las
defensas del enemigo. Con la ventaja de ser sorpresiva y evitar los
sistemas defensivos de gran alcance.
Y las nocturnas de altura que nos facilitaba mucho la navegación pero estábamos más expuestos a los misiles de fragatas.
…..Así
regresamos, penetramos las defensas del enemigo, a veces a velocidades
irrisorias para cuidar el combustible y los tanques y los golpeamos muy
duro.
Vale el testimonio del Teniente LUCERO que todos vimos en la
filmación de la Fuerza Aérea al ser rescatado del agua por los ingleses.
Por aquellos días se hallaba internado en un hospital de campaña en San
Carlos, cuando a la media noche uno de nuestros ataques hizo temblar
con sus bombas toda la zona lo que ocasionó su evacuación inmediata para
recibir, según le manifestaban Médicos ingleses, gran cantidad de
heridos y muertos (quizás más de los que reconocieron en toda la
guerra).
Otro testimonio es el recogido por corresponsales
extranjeros que indican que los bombardeos al Monte Kent (algunos
relatados anteriormente) produjeron la destrucción de un vivac con
tropas y gran cantidad de pertrechos bélicos, acopiados para la
irrupción final a Puerto Argentino. La que aparentemente debió
postergarse y derivó en cl desembarco de Bahía Agradable, que como
sabemos fue muy desagradable para ellos. Coincidentemente el Capitán
PASTRAN, piloto derribado de Canberra, fue interrogado insistentemente
por la inteligencia enemiga sobre el sistema que utilizamos para apuntar
con precisión y sin visibilidad, ya que en dos ocasiones batimos el
puesto de comando.
De las declaraciones recogidas informalmente de
ex-prisioneros se corroboró el temor permanente de las tropas invasoras a
los bombardeos nocturnos.
Pasado el tiempo llegó a mis manos una
revista Air-Pictorial, donde se publica un artículo de George BALDWIN
titulado: «Operaciones de SEA HARRIER en las Falklands», donde entre
otras cosas enuncia: (lo encerrado entre paréntesis es de mi pluma con
fines esclarecedores). Al atardecer (10 de mayo) 3 Canberras argentinos
fueron avistados cerca de la flota (escuadrilla del Capitán NOGUEIRA)
con los radares de abordo y luego perdidos, pero el rumbo del
alejamiento fue tomado por un piquete (helicóptero con radar asociado al
de una fragata) y pasado a una PA.C. (patrulla aérea de combate 2
Harrier vistos por la escuadrilla RUTA). Prontamente salieron en su
busca los Harrier, que poco después hicieron contacto con los Canberras
argentinos con sus radares BIue Fox (persiguiendo a la escuadrilla
RUTA). (Casualmente dieron con nosotros que veníamos en trayectoria
opuesta).
Los Canberras volaban a 50 pies (error de apreciación ya
que volábamos a mucho menor altura) y eyectaron sus bombas (incorrecto
ya que eyectamos solamente los tanques de puntera y luego del derribo).
El Teniente AL, CURTIS, que después murió disparó su Sidewinder y vio su
blanco explotar (esto ocurrió antes de lo relatado en el párrafo
anterior y el blanco no explotó); presto buscó el último Canberra dañado
por otro Sidewinder disparado por el Teniente Comandante MIKE
BRODWATER. (No nos derribó porque volábamos a 2 metros del agua, por la
ruptura oportuna y por el lanzamiento de bengalas; aunque evidentemente
detonó bajo la panza de nuestro avión).
Este avión escapó lo mismo
que el otro Canberra – Pero se calcula que fue dañado e improbable que
haya regresado a la base (en carta dirigida a los nombrados
destinatarios con todas las consideraciones antes escritas agrego que
doy fe de que sí regresamos a nuestra base y que lanzamos con
posterioridad varias toneladas de bombas sobre sus tropas).
AVIADORES, NAVEGANTES
DIA Y NOCHE CON RAZON
BOMBARDEROS VOLAREMOS
ESTE LANDO HACIA EL SOL!