Batalla de Darwin Goose Green
Batalla de Darwin Goose Green; Guerra de Malvinas Grupo de Artilleria de Defensa Aerea 601,
La artillería antiaérea terminó haciendo fuego de superficie
Batalla de Darwin
La posición de Darwin no era de gran importancia estratégica, por lo tanto los británicos pudieran haberla ignorado y proseguir con su marcha hacia Puerto Argentino; pero ante las pérdidas sufridas en San Carlos; y el temor a la desmoralización del pueblo británico al todavía no recibir noticias de una victoria de importancia en el conflicto; se decidió atacar a la guarnición argentina de Darwin – Pradera del Ganso.
En teoría sería una victoria rápida y fácil pero los hechos demostraron lo contrario.
A continuación les dejo un texto basado en el relato del entonces Subteniente Claudio Oscar Braghini; Jefe de la Tercera Sección de la Batería “B” del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 (GADA 601) del Ejército Argentino. A través de éste relato se podrá valorar las vivencias del soldado argentino durante la Batalla de Darwin Goose Green.
Durante el combate del primero de mayo la RAF había reconocido la ubicación de las piezas de artillería antiaérea argentina; esto obligó a hacer un cambio de posición.
Primero se realizó un reconocimiento de la zona, ya que el lugar por donde se debería transitar estaba sembrado de bombas beluga, que no habían estallado dado a la baja altitud de la que se lanzaron.
Las piezas se debían trasladar a lo largo de 1,5 Km. y deberían estar en funcionamiento para las primeras horas del 2 de mayo. Si bien la distancia es corta, sólo se disponía de un tractor para remolcar 2 piezas Oerlikon Contraves de 35mm, de 6000 Kg. cada una; un radar Sky Guad de unos 5900 Kg., dos grupos electrógenos de campaña de 900 Kg. y 280 cajones de munición.
Esto requirió un esfuerzo desmedido por parte del personal que se hallaba reducido a la mitad, ya que el resto del personal estaba en Puerto Argentino, no pudiendo ser trasladado, dado que los helicópteros de la Base Aérea Cóndor estaban ocupados en el helitransporte del RI 12 desde Puerto Argentino hacia Darwin.
A pesar de todo la sección ya estaba operando con las primeras luces del día 2 de mayo.
Para evitar la sorpresa del ataque enemigo del 1ro de mayo; se optó por trabajar en “alerta rojo” permanente; ya que la sección se encontraba a unos 80 Km. de Puerto Argentino y la característica del terreo posibilitaban a los Sea Harrier atacar a muy baja altura sin poder contar con la alerta temprana proveniente de los radares de vigilancia de Puerto Argentino.
En lo referente al personal,
Eéste régimen de operación representaba un agotamiento físico extremo, que sólo se podía apalear con el descanso nocturno; el cual se veía permanentemente interrumpido por alertas provenientes de Puerto Argentino; el fuego naval de hostigamiento británico o por algún vuelo de reconocimiento detectado por el radar ELTA de la Fuerza Aérea ubicado cerca de la posición.
Pero no había otra opción a pesar de no contar con el personal necesario para efectuar los relevos en los puestos de combate; ya que por las características de la situación no se puede descuidar la vigilancia aérea “ni por un minuto”; frase que no es retórica, sino producto de cálculos matemáticos.
Un avión de combate, como el Sea Harrier, tiene una velocidad de ataque de entre los 250 y 300 metros por segundo.
Teniendo en cuenta el alcance máximo del radar de exploración del director de tiro Sky Guard es de 16 Km; y suponiendo que no exista ningún tipo de desnivel en el terreno que provoque ángulos muertos o zonas ciegas de exploración; y que además el Harrier vuele a más de 50 m de altitud, éste sólo podría ser detectado a los 16 Km.
El tiempo que volando a 300 m/s tarda en recorrer esta distancia es de 53,3 segundos (menos de un minuto); pero en este tiempo el Harrier estaría sobre la posición y sería demasiado tarde para combatirlo.
La distancia máxima desde la cual se puede abrir fuego sobre el aparato, es la de 4 Km. de distancia del director de tiro; siempre y cuando la “adquisición” y el seguimiento del blanco (avión) por medio del radar se haya iniciado; dos o tres segundos antes que la máquina enemiga alcance esta distancia.
Así que los tiempos se ven reducidos de la siguiente manera: vuelo desde los 16 Km. hasta los 4 Km.; 40 segundos, menos 3 segundos necesarios para la “adquisición y seguimiento” representan 37 segundos; y esto en condiciones ideales, que no eran precisamente las de Malvinas.
Todo esto produjo un enorme desgaste e el personal que debía estar mirando la pantalla del radar con suma atención desde la mañana hasta entrada a la noche; lo mismo para los jefes de pieza y sirvientes de munición; que debían estar en su posición al la intemperie durante todo el día y con la rigurosidad del clima.
Pero semejante régimen valió la pena el 4 de mayo a las 13:45 hs, se detectaron tres ecos en la pantalla del radar. Se hicieron todas las comunicaciones pertinentes.
El Subtte Braghini con su operador de pantalla del radar; el Cabo Primero Ferreyra permitieron la aproximación de los tres Harrier hasta una distancia de 5 Km. sin “adquirirlos”; de esta manera el enemigo no cuenta con una adquisición temprana y no puede lanzar un misil antirradar.
En el monitor de TV apareció la imagen del Harrier aproximándose a gran velocidad en vuelo rasante. Braghini disparó la primer ráfaga, pero ésta dio en tierra, delante de la aeronave.
Los proyectiles explotaron delante de la trompa del aparato y éste se alejó inmediatamente haciendo maniobras evasivas en zig-zag.
El Subteniente esperó a que el aparato se estabilizara y oprimió nuevamente el pulsador de fuego.
La ráfaga lo tomó de lleno, provocó probablemente el estallido de sus depósitos de combustible y produjo el desprendimiento completo de su plano izquierdo.
Envuelto en llamas, el Harrier, perdió horizontabilidad, levantó su trompa en forma exagerada, giró sobre su eje longitudinal y se precipitó a tierra.
En el primer impacto el piloto fue despedido de su cabina junto con el asiento eyectable. Su paracaídas se abrió y quedó enredado en una alambrada.
Los restos del avión convertidos en una bola de fuego, se elevaron nuevamente, pasaron sobre unas posiciones de infantería, produciendo quemaduras a dos soldados; y finalmente quedaron desperdigados sobre la cabecera de la pista (aeródromo de Darwin).
Más tarde se encontró, aún sujeto a su asiento, el cadáver de su piloto, Teniente Nick Taylor de la Royal Navy.
El Sea Harrier tenía la matrícula XZ – 450 y pertenecía al escuadrón 800. Mientras este avión se precipitaba a tierra, con el director de tiro se adquiría un segundo aparato; que arrojaba sus bombas para perder peso y poder alejarse de la zona.
Se abrió fuego y se le ocasionó algún daño ya que se retiró dejando una extensa columna de humo. El tercer Harrier se alejó sin causar daño alguno.
Batalla de Darwin Goose Green
En este segundo ataque se comprobó que el cambio de posición de la sección había sido provechoso; ya que este ataque vino en dirección opuesta al anterior; probablemente con la intención de atacar el material de defensa aérea en su anterior posición, para así poder operar lego con total impunidad.
También fue acertado operar continuamente en alerta roja; ya que se comprobó que no se podría contar con un alerta temprana proveniente de Puerto Argentino debido a la distancia que los separaba.
Luego de este ataque la aviación enemiga sólo se limitó a hacer vuelos de reconocimiento, manteniéndose a distancia. Nuevamente en los días previos al avance terrestre se empeñó en ablandar las posiciones de infantería; empleando en esta oportunidad Chaff (partículas metálicas) para engañar el radar, pero sin éxitos; ya que siempre fueron recibidos por el nutrido fuego del GADA 601; del ejército y los cañones de 20 mm de la Fuerza Aérea ubicados cerca de la pista. Muchas veces los Harrier se alejaron de la posición con averías y en una oportunidad uno de ellos estalló en el aire a unos 5000 m de la posición; cayendo en el mar.
A partir del 27 de mayo, se comenzó a recibir un nutrido fuego de artillería sobre la pista y también sobre las posiciones de infantería. El 28 luego de el bombardeo de artillería se comenzó a recibir el fuego de armas portátiles, pudiéndose ver por la noche la trayectoria de las balas trazantes.
Desde la posición no se sabía a ciencia cierta qué ocurría en el frente.
La artillería de campaña propia, a órdenes del Teniente Primero Chanampa que contaba con tres obuses Otto Melara 105 mm abrió fuego toda la noche y el día siguiente hasta agotar la munición.
El 28, por la mañana no se sabía que había ocurrido la noche anterior en Darwin, desde el puesto de comando de la Fuerza Aérea; se avisó que aviones propios atacarían a las tropas británicas. Minutos después aparecieron dos Pucará provenientes de Puerto Argentino; que descargaron sus armas a 4 Km. de la posición de las piezas de la sección del GADA 601; en un principio se pensó que habían errado el blanco, pero no era así; durante la noche los británicos habían sobrepasado las primeras líneas y estaban muy cerca de la posición.
De inmediato se reinició el fuego de la artillería de campaña propia, reforzado por el de las coheteras de Pucará; montadas en forma ingeniosa por personal de la Fuerza Aérea sobre un tractor y en un caballete. Al poco tiempo se vieron bengalas en el horizonte y tropas desplegadas en formación en cadena al norte de Pradera del Ganso. No se sabía si era tropa propia que se replegaba o británicas que avanzaban.
El sector por el que avanzaban tenía unos 2000 metros de largo por unos 700 de ancho, libres de obstáculos.
La duda no tardó en desaparecer; ya que el personal de las piezas de artillería antiaérea de la Fuerza Aérea informó por radio que recibía fuego proveniente de armas portátiles; inmediatamente uno de las cañones de 35mm del GADA 601 del ejército abrió fuego sobre los ingleses, era el subteniente Braghini; que estaba junto al Cabo Rubina y el Cabo Gallo, que actuaban como sirvientes de munición, mientras los soldados acarreaban continuamente munición hacia la pieza.
Los cañones bitubo
tienen una cadencia cada uno de unos 550 disparos por minuto, resultaron un arma terriblemente eficaz en el tiro terrestre; pues los cuerpos de los británicos que integraban el pelotón más próximo a la pista quedaron esparcidos en el terreno. Por la radio se escuchó al vicecomodoro Pedrozo (jefe de la FAA del lugar) decir ¡Muy bien GADA, sigan así, denle duro….!
Así se continuó tirando por bastante tiempo, siempre buscando la mayor concentración de tropas. Estos procuraban llegar hasta una quebrada o replegarse detrás de una colina. En una ráfaga el cañón quedó atascado por una vaina trabada en la recámara; ya que por la gran cantidad de munición que se estaba empleando; ésta empezó a entrar sucia con tierra y pasto, como consecuencia del fragor del combate.
El Cabo Gallo,
Se encargó de desatascar la vaina. Este breve lapso de uno o dos minutos, permitió a los británicos llegar hasta una escuelita distante a unos 800 m del cañón. Repentinamente se oyó un silbido agudo, proveniente de un proyectil de mortero; los hombres se cubrieron con la estructura de lapieza, pero el proyectil cayó a unos 300 m de la posición.
Poco después los Sargentos Ayudantes Tarditi y Fernandez informaron que veían fogonazos de armas portátiles provenientes de la ventana de la escuelita. Braghini apuntó el cañón sobre la base de la estructura de dos pisos. Pedazos completos de ella desaparecieron al hacer impacto los proyectiles y se incendió luego.
También recibió un impacto directo de una de las piezas de 105 mm de la artillería de campaña. Minutos después sólo quedaba de ella, parte de la estructura metálica y las cañerías; el resto que era de madera, había sido consumido por las llamas.
Entre tanto
Los tiros de mortero se acercaban cada vez más a la posición. Braghini ordena a sus hombres tomar cubierta; pero el Cabo Primero Di Salvi responde “no se preocupe mi Subteniente, tiran como la mona, están pegando en el mar”.
Los británicos intentaban rodear la posición para atacar por el flanco y la retaguardia. Uno de los proyectiles se incrusta en el panel del grupo electrógeno dejando sin energía a la pieza. Se podría haber continuado manualmente haciendo fuego de superficie, pero esto no habría sido efectivo en caso de un ataque aéreo.
Por lo tanto Braghini ordena a sus hombres que se dirijan hacia la otra pieza para mover su grupo electrógeno de unos 900 Kg; que había que mover nos 100m cuesta arriba y empujándolo los propios hombres ya que no se podía contar con el tractor. El avance enemigo por el norte había sido frenado, pero como respuesta habían intensificado el fuego de mortero sobre la posición. Mientras se intentaba sin mucho éxito mover el grupo electrógeno alguien gritó “¡a tierra!”, el impacto dio a unos 5 m de la pieza que se había estado utilizando hacía unos instantes. Como ya no quedaba nadie en esa pieza, la explosión sólo produjo daños materiales. Perforando parte de la estructura del cañón y el grupo electrógeno.
Ante la imposibilidad de hacer uso del cañón Braghini ordenó al personal tomar cubierta en sus pozos; cuando estaban haciendo esto un Harrier arrojó una bomba “beluga” sobre el cañón que ya se encontraba fuera de servicio.
Su puntería fue mala. La mitad del ramillete cayó en el mar y el resto en la costa a unos 80 m de la pieza.
Cañón Oerlikon Contraves de 35mm que derribó un Sea Harrier de la Royal Navy; un Harrier de la RAF, y detuvo el avance de dos companías de paracaidistas; provocándole grandes bajas, que incluyeron al comandante de la companía «C», Mayor Hugh Jenner, herido en acción.
Una publicación británica comentó al respecto
“En el sitio más alejado de Goose Green; una estrecha lengua de tierra que avanza hacia el este; había unos cañones dirigidos por radar que llevaban todo el tiempo acosando al Regimiento 2 de Paracaidistas; cuando por fin dejó de llover Keeble organizó una incursión aérea con los Harrier. Tres Harrier aparecieron rugiendo sobre el oeste lanzando paquetes de bombas antipersonales que estallaron con fuerza estremecedora. Después de esto – comenta Keeble- disminuyó notablemente la intensidad de la batalla. Entonces tuve por primera vez la sensación que habíamos ganado, de que contábamos con la victoria. Estaban rodeados, era como la última resistencia del General Custer” (1).
Este ataque evidencia los daños ocasionados a los británicos, ya que se vieron obligados a utilizar aviones Harrier; para bombardear una pieza aislada, blanco normalmente poco rentable.
Batalla de Darwin
(1) The Sunday Times insight Team “Una cara de la moneda – La guerra de las Malvinas” Editorial Hispanoamérica. Buenos Aires, 1983, Pag 342.
Bibliografía:
- Malvinas: Relatos de soldados. Biblioteca del suboficial Volumen Nº154, pag 144 – 150.