Operacion Algaciras
La Operación Algeciras fue una operación militar argentina de tipo comando encubierto y extraoficial, llevada a cabo durante la Guerra de las Malvinas (1982) en territorio español y británico, cuyo objetivo táctico (inconcluso) era hundir con minas submarinas un navío de guerra británico cualquiera en la Base Británica de Gibraltar, e impedir su marcha hacia las Islas Malvinas, escenario del conflicto bélico. El objetivo ya mencionado se llevaría a cabo mediante la actuación de buzos tácticos «hombres rana» y la utilización de minas submarinas de origen italiano.
El protagonista de esta historia es Máximo Nicoletti, un ex integrante de la organización Montoneros, cuya habilidad como saboteador le había tocado probar en carne o, mejor dicho, en metal propio a la Armada Argentina. A pesar de ser un terrorista para el estado, Máximo Nicoletti fue solicitado por las fuerzas militares argentinas con el fin de sacar provecho a sus conocimientos y experiencia referentes a la lucha armada encubierta, y es que en el amor y en la guerra todo vale
.  
 Nicoletti  nació en Puerto Madryn, ciudad costera de Argentina. Allí se convirtió  en un experto buzo. Ya en los años 70 comenzó a militar en la agrupación  armada argentina Montoneros. Esta desarrolló su mayor actividad, en  forma de atentados y secuestros entre 1970 y 1977 y Nicoletti participó  en algunos de ellos. Sus virtudes como buzo se prestaron a la  realización de dos atentados bastante famosos. Por un lado, el 1 de  Noviembre de 1974, colocó una carga de explosivos accionada por control  remoto en la embarcación de recreo del Jefe de la Policía Federal  Argentina, el Comisario General Alberto Villar. La explosión mató a  Villar y a su esposa. El otro atentado fue contra un buque de la Armada  Argentina. El 22 de Septiembre de 1975, mientras se encontraba en los  astilleros de Río Santiago ultimándose su construcción, el destructor  ARA Santísima Trinidad sufrió una explosión a causa de cargas colocadas  en su base por buzos.  
Si
 bien esto no impidió su finalización, si le acarreó problemas futuros. Y
 es que se podría decir que a Nicoletti el tema de atacar embarcaciones 
de forma inusual le venía de familia, al haber participado su padre en 
el proyecto de torpedos humanos de la Regia Marina italiana. Esto haría 
pensar que Nicoletti no era una persona demasiado querida por la Armada 
Argentina, y así era. Fue capturado por el Grupo de Tareas 33/2 de la 
Escuela de Mecanica de la Armada (ESMA) a finales de la década, pero en 
lugar de recibir un escarmiento, logró serle útil a sus captores, 
delatando y facilitando la detención de sus compañeros mientras los 
identificaba en patrullas callejeras que realizaba junto al personal de 
la Armada. A partir de ahí, sus relaciones con la autoridad argentina 
mejoraron, hasta el punto de que se le encomendó la misión de realizar 
un ataque similar al perpetrado contra la fragata Santísima Trinidad, 
pero en este caso, contra un buque chileno. Esto se debió a las 
crecientes tensiones con el país vecino a causa de las discusiones por 
el Canal de Beagle durante 1978; no obstante, la mediación papal evitó 
el conflicto armado y el ataque fue cancelado. Más tarde fue enviado a 
Venezuela para realizar labores de inteligencia para la Armada. Fue 
descubierto y ahí terminaron sus actividades… por el momento. 
 
Habiendo saldado su deuda con la Armada, viajó a Estados Unidos 
quedándose en Miami. El 2 de Abril de 1982, se enteró a través de los 
noticieros de la recuperación de las Malvinas por parte de Argentina. 
Esa misma tarde llama a Buenos Aires suponiendo que es probable que le 
necesiten y le informan que ya están analizando una posible acción. Al 
día siguiente le llaman ordenándole regresar a Argentina. Con el 
conflicto desatado, la Armada comenzó a evaluar la posibilidad de atacar
 un objetivo inglés en Europa. La idea era mostrarle a Europa los 
riesgos de tener a una parte importante de la flota de la OTAN tan lejos
 de casa. 
LA OPERACION
 
 La  operación Algeciras estuvo desde su inicio bajo el mando directo del  Almirante Jorge Isaac Anaya, integrante de Junta como jefe de la Armada y  mentor de la recuperación del archipiélago. El 22 de abril Anaya  convocó a su despacho del edificio Libertad, en la zona de Retiro, al  almirante Eduardo Morris Girling, titular del Servicio de Inteligencia  Naval (SIN). 
 -Lo que propongo es golpear en Europa- dijo Anaya. 
 -¿Exactamente con qué fin? -preguntó sorprendido Girling. 
  -Si tenemos éxito en la operación, los europeos advertirán que los  buques destinados a protegerlos, por ejemplo de los rusos, están a miles  de millas, cerca del Polo Sur, y presionarán para que regresen. 
 El  ataque planeado por Anaya consistía en hundir un buque inglés en  Europa, y para aumentar el impacto del incidente, este debía ser un  buque de guerra, evitando así además, posibles condenas internacionales  por atacar un navío civil. En cuanto a la elección de la base, no era  factible una en Reino Unido, ya que unos argentinos levantarían  demasiadas sospechas, por lo que se perfiló como idónea la ubicada en la  colonia inglesa de Gibraltar. Además, la elección de ésta ofrecía la  ventaja de un entorno mucho más favorable al operar el comando desde  España, un país donde no tendrían problemas de idioma y llamarían mucho  menos la atención.
  
Aún así, la operación no se presentaba fácil, y la Armada no dudó a la hora de escoger a Nicoletti para la arriesgada misión. Además de tener gran experiencia en ese campo, al ser un antiguo guerrillero y no un miembro de las fuerzas armadas argentinas, en caso de ser descubierto, el gobierno Argentino podría negar cualquier implicación. Respecto a la organización del comando, Anaya confió esa tarea al Almirante Eduardo Morris Girling, que incluyó en el mismo a otros dos ex-montoneros; Antonio Nelson Latorre alias “el Pelado Diego”, otro experimentado guerrillero y a “el Marciano”, que también tenía experiencia como buzo. Como enlace y acompañando al comando se encontraba el Capitán Hector Rosales.

 Actualmente,  solo siguen vivos Nicoletti y el Marciano, desconociéndose a día de hoy  su identidad, ya que prefiere mantenerla en secreto, no obstante, si se  sabe que se encuentra ocupando un cargo en un organismo internacional  localizado en Nueva York. A pesar de la labor de Girling, Anaya era  quien tenía el mando directo sobre la operación. 
 Formado el  comando, se diseñó la operación. El plan era trasladarse y montar la  “base” en la ciudad portuaria de Algeciras, ya que dada su situación  geográfica, era la localización idónea.  

Allí  se harían pasar por inofensivos turistas, aficionados a la pesca,  teniendo así una excusa para pasar horas en su embarcación pescando, y  entre pez y pez, analizar cuidadosamente la situación de la base  inglesa. Una vez analizada la situación y el entorno, se aguardaría a la  entrada en la base de algún barco militar británico, se consultaría con  Anaya y se actuaría en base a las órdenes recibidas. Para hundirlo, se  recurriría a dos minas magnéticas de fabricación Italiana cada una con  25 kilogramos de Trytol. El problema de introducirlas en el país se  solventó recurriendo al sistema de valija diplomática. Se enviaron tres  minas que se camuflaron en una especie de boya y fueron enviadas a la  embajada argentina en Madrid, evitándose así cualquier intromisión  ajena. 
Una vez se contase con un objetivo que cumpliese con los requisitos, habrían de aguardar a una noche oscura (Sin luna o nublada), e internarse en el agua con ayuda de un bote. Una vez en las proximidades de la base, se acercarían con el bote hasta una distancia segura, tras lo cual Nicoletti y el Marciano se lanzarían al agua, quedando en la embarcación Latorre, que tenía instrucciones de hundir el bote y huir en solitario si tras un tiempo estipulado, los buzos no volvían. Ambos continuarían su camino buceando para evitar ser detectados. Colocadas y programadas las minas, volverían al bote y se dirigirían a la playa. Desde allí se dirigirían a Barcelona y partirían a Italia, desde donde volverían a Argentina.
LA EJECUCION
 
  Estando todo listo, Nicoletti y Latorre partieron hacía París desde el  Aeropuerto de Ezeiza (Buenos Aires) el 24 de Abril donde cambiarían de  vuelo para llegar a Málaga, pero en lo que se supone que debía ser una  mera escala, ocurrió el primer contratiempo. Para desvincular totalmente  la operación con el gobierno argentino, se recurrió a pasaportes  falsificados. Estos fueron confeccionados por otro ex-montonero, Víctor  Basterra. Aunque los talentos de falsificador de Basterra eran muy  respetados, todo indica que en este trabajo no se había esmerado lo  suficiente

Víctor Basterra, con las fotos sacadas como prisionero durante la dictadura, para falsificar documentos.
 
 
 El propio Nicoletti recuerda que eran tan malos que si se los ponía a 
trasluz se podía ver la marca «Rivadavia» [conocida papelera argentina] 
en las hojas utilizadas. Cuando llegaron a la capital francesa, 
oficiales de inteligencia sospecharon de inmediato de los argentinos. 
Los pasaportes falsos llamaron la atención de la policía. Luego de 
demorarlos un buen rato, se resolvió dejarlos continuar viaje. Nicoletti
 adujo que estaban en tránsito a Málaga y que no había motivos concretos
 para detenerlos. Aunque el incidente no pasó a mayores, siempre quedó 
la sospecha de que la inteligencia francesa pudo haber alertado a los 
servicios ingleses y españoles sobre la presencia de los argentinos. 
 A pesar de lo ocurrido, se permitió a Nicoletti y Latorre continuar su viaje. 
POR FIN EN ESPAÑA
Una  vez en Málaga, se hospedaron en un hotel en Estepona. Tras unos días  empleados en preparar el terreno y observar el entorno, se dirigieron a  Madrid donde pasaron unos días y se encontraron con Rosales y el  Marciano. Tras ello se dirigieron a la oficina del Agregado Naval  Argentino en Madrid, que ya había recibido las minas desde la embajada.  En ese momento terminaba la etapa “fácil”, ya que hasta entonces, no  tenían de que preocuparse, pero desde la recogida de las minas, el  comando tenía que transportar en un largo viaje 75 kilogramos de alto  explosivo en forma de minas submarinas, que además eran bastante  voluminosas (60 centímetros de diámetro). Además estaba el agravante de  que en breve se celebraría un mundial de fútbol en España y se temía por  un atentado de la banda terrorista ETA, por lo que se incrementó la  seguridad y por ende los controles de carretera. Para moverse por  España, Nicoletti alquiló un coche en Málaga, y en Madrid se alquilaron  otros 2. Para evitar ser descubiertos, en primer lugar iba uno de los  coches, seguido por el segundo a 10 minutos y finalmente el tercero, en  el cual se transportaban las minas, a 20 minutos. Con esto se pretendía  burlar cualquier control de carretera, dando tiempo al coche con las  minas a variar su rumbo sin levantar sospechas. 
 
 El viaje hasta  Algeciras se desarrolló sin incidentes y allí se alojaron en un hotel.  Para moverse por la costa compraron en el Corte Inglés un bote inflable a  motor y que posteriormente usarían para realizar el minado del  objetivo. En sus salidas de pesca, en las que se movían con total  libertad por la zona, comprobaron que las medidas de seguridad eran  bastante escasas y por tanto estimaron que la operación era finalmente  realizable. 

El  primer objetivo que cumplía los requisitos era un pequeño minador  atracado en puerto, pero por un lado se trataba de un objetivo bastante  modesto, y por otro, en aquellos momentos, Argentina buscaba una  solución diplomática al conflicto, que habría fracasado en el momento  que se produjese el ataque. Es por esto que a pesar de la llegada a  puerto de algunos posibles objetivos como un destructor o un buque de  aprovisionamiento, siempre que el comando solicitaba permiso para  ejecutar la operación, éste le era denegado. Todo cambió cuando a las  16:01 del 2 de Mayo el crucero ARA General Belgrano de la Armada  Argentina es torpedeado y hundido encontrándose fuera del área de  exclusión establecida por Reino Unido. 
 Crucero ARA General Belgrano en el momento de su hundimiento
  Al no haber vuelta atrás y quedando patente el fracaso de la vía  diplomática, el 3 de Mayo Anaya da luz verde a Nicolleti. El primer  barco militar inglés que entrase en Gibraltar sería minado. Tras el  visto bueno para la operación, llegó a Gibraltar la fragata HMS Ariadne  que se convirtió en el objetivo. Uno de los miembros del comando viajó a  Buenos Aires para concretar los aspectos del ataque y volvió a los tres  días. La noche del lunes 10 de Mayo, la fragata entró en el puerto y se  fijó para la noche siguiente el ataque en caso de que continuase ahí.  

Fragata HMS Ariadne
 
 Ese mismo día por la mañana, Nicoletti envió Latorre y al Capitán 
Rosales a renovar el alquiler de los coches para garantizar la huida sin
 problemas mientras que ellos permanecerían durmiendo para estar 
descansados durante la noche ya que les tocaba el trabajo más duro. Para
 pagar el alquiler utilizó dinero en efectivo y he aquí el desenlace de 
la operación. En estos casos es habitual pagar con tarjeta de crédito, y
 la policía andaba tras la pista de unos argentinos, así que tras haber 
pagado en efectivo al alquilar el primer coche en su llegada a España, 
la policía solicitó a la empresa de alquiler que les avisasen si volvían
 por sus oficinas, y así hicieron la mañana del 10 de Mayo. Habiendo 
detenido a Rosales y a Latorre, 4 agentes despertaron a Nicoletti y al 
Marciano a las 12:30 mientras aún dormían en el hotel. La incógnita sin 
resolver que mencionaba antes se plantea en porque buscaba la policía a 
unos argentinos. Una posibilidad era que en los meses previos, un grupo 
de argentinos y uruguayos habían perpetrado un atraco a un banco de la 
zona y por ello, la policía les seguía la pista. La otra consistía en 
que las autoridades francesas, al percatarse de la falsedad de los 
pasaportes, alertase a las autoridades españolas y británicas. 
Máximo Nicoletti hoy, relatando esta operación
 
  Volviendo a la detención, hay que destacar que solo participaron  efectivos españoles y que en palabras del propio Nicoletti, el trato fue  ejemplar. Según comenta, al despertarse con los policías allí, su  primera frase fue “Me parece que perdimos ¿No?”, “Pues si, hombre”  contestó el policía. Cuando los miembros de la operación fueron  capturados se dieron cuenta de que el trámite de detención iba a demorar  mucho, por lo que les pidieron a los policías almorzar con ellos. Según  relataron los mismos miembros de la operación “Fue un almuerzo muy  divertido, los policías españoles lamentaban que este hecho hubiera  llegado a sus superiores, y de no haber sido así, los hubiesen dejado  libres” recuerdan los miembros de la operación. «Los españoles nos  trataron muy bien –señala Nicoletti- Vino uno y nos dijo: Hombre, si yo  sabía que ibais a hundir un barco inglés os dejaba. Después de todo, el  Peñón de Gibraltar también es territorio usurpado por Inglaterra”. 

 Luego  del almuerzo, el capitán y los ex guerrilleros miembros de esta  operación fueron transportados a Málaga. En aquellos momentos se  encontraba en Málaga el presidente del gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo,  que para evitar cualquier fuga de información y que el asunto  trascendiese más, ordenó embarcar a los 4 argentinos y a otros 4  efectivos policiales en su propio avión y despegar inmediatamente rumbo a  Madrid.  
Eso fue a las cuatro de la tarde, poco más de 3 horas tras la detención. Una vez en la capital, salieron desde el aeropuerto de Barajas rumbo a las Islas Canarias acompañados de la policía, donde hacían escala para su destino final, Buenos Aires, viaje que ya harían solos.
