Los Hermanos Avila

Guerra de Malvinas 1982

Los Hermanos Avila

Los Hermanos Avila
Extracto del libro
Santiagueños en Malvinas

Los Hermanos Avila El Comandante les comunicó a los dos hermanos que debían abandonar el barco porque se marchaba a la guerra y por ser civiles no tenían ninguna obligación de quedarse. La respuesta no se hizo esperar: “negativo Señor, nosotros somos parte del Crucero y vamos con la gente del Crucero hasta las últimas consecuencias”

Heriberto Ávila era un conscripto que por los años ochenta; cumplía con el Servicio Militar Obligatorio y se desempeñaba como ayudante de un cabo principal a cargo de la cantina del “General Belgrano”.

Desgraciadamente al fallecer el mencionado suboficial; nos quedamos sin cantina y a consecuencia de ello; para hacer las compras debíamos bajar del barco e ir a los negocios emplazados en el muelle.

Poco tiempo después, debimos realizar una “zarpada” (ejercicios de combate) y como no teníamos cantina que nos abastezca en alta mar; los superiores le ofrecieron a Heriberto la concesión de la misma dado que era el único que sabía ese oficio.

Justo en ese entonces le tocó salir de baja, lo que le permitió quedar asimilado como agente civil contratado.

Tiempo después, lo incorporó a su hermano Leopoldo; quien había finalizado con sus obligaciones del servicio militar en el Ejercito Argentino para que lo ayudara en las tareas del negocio.

Siempre recuerdo con gran agrado que a partir de ese momento comenzó a funcionar y tomar vida nuevamente la cantina; ya que además de permitirnos adquirir los elementos que necesitábamos, se convirtió en un lugar de reunión en donde nos deleitábamos escuchando chacareras.

Heriberto era casado con una santiagueña y por ser coterráneos manteníamos una linda amistad, visitándonos asiduamente en nuestras casas.

Días previos a la partida hacia el sur para cubrir nuestro objetivo con motivo del conflicto armado; el comandante les comunico a los dos hermanos que debían abandonar el barco porque se marchaba a la guerra y por ser civiles; no tenían ninguna obligación de quedarse.

La respuesta no se hizo esperar: “negativo Señor, nosotros somos parte del Crucero y vamos con la gente del Crucero hasta las ultimas consecuencias”. Ante esta respuesta tan rotunda, al comandante no le quedo otra opción de permitirles continuar en el barco.

Al producirse el ataque del submarino y antes de abandonar el barco y abordar las balsas; preguntábamos por el destino de los compañeros y amigos que no se los veía en cubierta.

Según las versiones que me contaron algunos camaradas que los vieron por última vez; cuentan que el hermano menor estaba durmiendo en los pasillos (porque se habían instalado camas cuchetas en los pasillos) mientras que Heriberto permanecía en la cantina.

Cuando se produjo la explosión que afectó primeramente a la parte principal del barco; el fuego se expandió a través de los pasillos y afectó al sector en donde estaba Leopoldo.

Al enterarse de lo ocurrido, Heriberto; que había subido a la cubierta principal y estaba próximo a embarcarse en una balsa; se dirigió rápidamente hacia el lugar en donde estaba su hermano con la intención de rescatarlo, sin importarle lo peligroso que significaba bajar dos cubiertas.

Encontró a su hermano en malas condiciones, agonizando; y en momentos en que intentó sacarlo; se produjeron varias explosiones instantáneas en ese sector y a causa de ello se cerraron automáticamente las puertas a los efectos de evitar el avance del agua; quedando ambos atrapados y sin posibilidad de salvarse.

Los Hermanos Avila
Extracto del libro
Santiagueños en Malvinas

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